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Fernando Granda

Tiempo de rebajas políticas

Un verano con poco trabajo en el Congreso y que acaba con descuentos

Estaban todos muy morenos. En la sesión de investidura en la que Mariano Rajoy presentaba su candidatura a presidir un nuevo Gobierno la mayoría de los parlamentarios asistentes lucía muy buen color. Una piel pigmentada por el sol playero, de la montaña o de la piscina. Moreno veraniego, de vacaciones. Sin embargo, seguimos sin Gobierno. Aunque unos alemanes que pasaban cerca del Palacio del Congreso ese día señalaban a un reportero que en diez meses con gabinete en funciones la situación económica en general ha mejorado. Opinan igual expertos como Ontiveros y Estefanía. Y ese gabinete no ha tomado ninguna medida decisiva para esa bonanza.

Pero no echemos las campanas al vuelo. Hemos visto que se puede vivir sin Gobierno, el ideal anarquista. Pero hoy día, perteneciendo a un ente continental, no se puede seguir así. Alguien tiene que tomar decisiones, presentar leyes (por ejemplo, la de Presupuestos) y gestionar los recursos, escasos según la crisis, aunque haya gentes y entidades cada vez más potentes económicamente. Y si durante muchos meses no ha habido acuerdos ni pactos la situación está al límite y ya nadie vende un clavo. Ha llegado el tiempo de las rebajas. De los descuentos. El Palacio de las Cortes, en la madrileña Carrera de San Jerónimo, se puede convertir en un outlet político por una temporada.

Al igual que las rebajas comerciales, sus épocas acotadas al comienzo del invierno o del verano han sido eliminadas y cualquier momento del año es válido, los descuentos políticos llegan ahora, al final del estiaje. La sequía atmosférica coincide con la política. Unos están morenos de sol, otros negros de impotencia. Muchos con color vacacional, otros sólo lucen moreno discreto. Pero todo indica poco trabajo veraniego.

El equipo de Rivera lleva un año vendiendo pactos por doquier, ofreciendo rebaja tras rebaja a quien parezca tener posibilidades. Comienza fuerte pero su afán por vender le hace rebajar programa hasta tragar lo inesperado. Ha ido retirando género y sus descuentos le han colocado cerca de la humillación, como se ha visto tras la cuarta sesión fallida de investidura.

Podemos ha estado más a la sombra, quizá estudiando una moderación en los precios. Puede que haya atisbado que se quedaba sin vender o simplemente adecua sus ofertas a la coyuntura política. Ha mantenido un sistema de tensión para reforzar la democracia y ante la trabazón existente intenta sostener una cota mínima a la izquierda. Tras unos meses en el mercado intenta adaptar su esencia teórica. O eso asegura.

La teoría práctica de la veterana izquierda, ante las dificultades de las leyes electorales, ha buscado el refuerzo en el reducto del equipo universitario de Iglesias. Ha reducido visibilidad a nivel nacional pero mantiene su puesto en el concierto astur. Ahora ofrece apoyo a los socialistas para que aumenten su política social. No propone descuentos.

El PSOE parece que no quiere rebajas pero no vende y sus divididos dirigentes mantienen una pública agresividad interna y rechazan alianzas unos o incorporar géneros ajenos otros. Poca venta. Mientras, los populares prometen el más vale viejo conocido que nuevo por conocer y pretenden olvidar sus corruptelas. Todos parecen ofertar rebajas. Pero tan escasas como las de un bar llanisco: "Un quinto, un euro; un cubo con seis quintos, seis euros. Ahorro: cinco viajes a la barra".

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