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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Mítica Cimavilla

A los trabajos de rehabilitación del edificio que en el último tramo de su vida laboral acogió una instalación tabaquera les ocurre como a la legendaria construcción del metro de Roma: a cada palada aparece un nuevo hallazgo arqueológico. Si las distintas religiones y creencias solían ocupar, al paso de los siglos, lugares idénticos para edificar sus santuarios, algo similar acontece en Gijón con la mágica Cimavilla, cerro amurallado y plaza fuerte que esconde en su subsuelo testimonio de algunos de los acontecimientos más antiguos de la historia de esta ciudad, del Imperio romano a nuestros días; y una leyenda fabril en el sobresuelo que se fue con el humo del tabaco convertido en un hilillo de mar.

Si Fellini hubiera nacido en Gijón, habría retratado mejor que nadie a Cimavilla, sus lugares y sus personajes célebres, su modo de hablar lejano y la frecuente retranca de los residentes antañones del Barrio Alto. En una de las películas del director italiano, durante la construcción del metro de Roma, las excavaciones dejan al descubierto una vieja casa llena de pinturas murales al fresco de donde emergen personajes estrambóticos. De igual forma podríamos ensoñar que las excavaciones en la fábrica de Tabacalera dejan a la vista una película en blanco y negro que se proyecta en la "casa del chino", aquel "Chaoyo Wei" del licor de lagarto y la leche de pantera, por cuyo establecimiento poblado de guirnaldas y farolillos desfilarían personajes míticos del barrio de distinta época y pelaje, tales que Rambal, Peraldillo, Balanchu, Miguelón, La Tata o Esperanzona...

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