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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Preguntas y respuestas

Lo que sucedió el pasado domingo en la asamblea del PSOE gijonés es fiel reflejo de la zozobra que sufre el partido a nivel nacional, situación crítica para unas siglas históricas cuya pervivencia se antoja absolutamente necesaria para el mantenimiento razonable de los equilibrios ideológicos que permiten a un país avanzar sin tener que liarse a tiros o tirarse unos a otros los trastos a la cabeza.

La militancia está aturdida y no sabe a qué atenerse. Entiende que no es razonable -o incluso sumamente nocivo para la imagen interna y externa de la nación- aventurarse a unas terceras elecciones de descrédito general y despropósito, pero le pide el cuerpo hacer morder el polvo a Rajoy y no pasar a la historia como el partido de la izquierda que permitió con su abstención que gobernara, a manga ancha, la derecha.

En Gijón, los ánimos están divididos. Las bases consideran un suicidio la abstención, mientras que los defensores de esta solución dantesca, entre los que se encuentran los viejos dinosaurios y un buen número de notables con cargo público, apuestan a que suicidarse es volver a las urnas y que Podemos les pase por encima como un buldócer. Que una de las intervenciones más aplaudidas fuera la de María Luisa Carcedo, para nada un dechado de elocuencia, da que pensar.

Lo cierto es que el PSOE, tome la calle de en medio o las de Villadiego, lo que necesita en este momento crucial no es enredarse en preguntas, sino empeñar todo el esfuerzo en encontrar un líder que acierte con las respuestas.

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