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Cien líneas

Desarmes

Durante aquellas horas de debates a grito pelado, que cesaron solo cuando Castejón -vulgo Pedro Sánchez- tiró la toalla un amigo muy querido y que sabe de lo que habla me dijo rotundo: "ha valido la pena vivir hasta ahora para contemplar la desaparición del PSOE".

No se si valió la pena o no, lo cierto es que ese partido está en liquidación aunque aún mantenga un poder enorme por sí o como marioneta de otros. Me explico.

En aquellas horas se indicó y demostró que los estatutos del PSOE no contemplan una gestora como sustituto de la ejecutiva dimitida que debería haber permanecido en funciones. Como, por cierto, Rajoy, que lleva así un año.

Una irregularidad colosal que convierte en ilegítimo e ilegal el tinglado presidido Javier Fernández que, en fin, cada día me cae mejor.

Más aún. ¿Quién eligió a los miembros y miembras de la gestora? No vi ni leí por ningún lado el resultado de votación alguna. Están ahí auto cooptados, el colmo de los colmos. Incluido el presidente, claro.

Con todo, decía, tienen un inmenso poder ya que en los medios, que son fines, se los trata como si nada de lo indicado contase. Encima, con reverencias para corresponder a sus genuflexiones ante el PP.

El PSOE está en las últimas porque la socialdemocracia europea, ese genial invento de los generales de EE UU, no se sostiene ni aquí ni en ningún sitio.

Saldrán del trance inmediato con el cuento del PSC -un partido dentro de un partido, habrase visto- pero su suerte está echada aunque nos coja viejos. Vaya tema para el Desarme.

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