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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Una lágrima en la arena

Vaya, vaya, que nos quedamos sin playa, según discurre un sesudo informe del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria hecho por encargo del Gobierno asturiano, que debe estar más preocupado por el calentamiento global que por el enfriamiento de la economía regional. Ay, que una lágrima cayó en la arena, Peret, que en la arena cayó tu lágrima...

En todo caso, como el apocalíptico acontecimiento -no exagera la hipérbole, si se tiene en cuenta que no habría mayor catástrofe para el sentir gijonés que quedarse sin arenal-, como el monumental desastre natural sin parangón, digo, no alcanzará la costa asturiana hasta el año 2100, aún disponemos de ocho décadas largas de bartola y panza arriba en San Lorenzo, de partidos de futbito sobre la arena con contendientes fondones, de ver pasear en pololos por la orilla cada septiembre a las paisanas de La Corredoria...

El cambio climático resulta tan evidente como el cambio meteorológico, su inmediata consecuencia. Ocurre que si crece el nivel del mar, no es que la playa desaparezca, sino que el agua llega más lejos. Bastaría entonces con dinamitar el Muro y santas pascuas. Y así los edificios de la avenida de Rufo García Rendueles estarían con toda certeza en primera línea de playa. Y si el mar se mete en el solar de Naval Gijón, se puede habilitar entre tanta grúa un parque de atracciones acuáticas de la arqueología industrial del astillero. Y celebrar una "Semana negra" corsaria en barcazas. En Gijón nos da igual que se derritan los polos; mientras no se derritan los bombones de la Ibense...

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