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Sobre la empresa familiar

En La Coruña tuvo lugar el XIX Congreso Nacional de la Empresa Familiar. El Rey Felipe VI, que asistió a la inauguración, definió a ese colectivo como la "columna vertebral de la economía española" ya que representa el 90% del censo total de empresas, genera el 60% de la producción y el 70% del empleo en el sector privado. Y si le añadimos el dato de que la media de ocupación en ellas es de 4,7 empleos nos haremos una idea bastante aproximada de lo que representa su importancia social y económica para la estabilidad del país.

Parecería prudente que las autoridades del Estado, de las autonomías y de los ayuntamientos -cualquiera que sea su signo político- contribuyeran a mantener ese frágil equilibrio y eliminaran en la medida de lo posible las muchas trabas burocráticas y fiscales que padecen. Desgraciadamente, no es así, al decir, sobre todo, de los pequeños empresarios, y la conclusión de los reunidos en el congreso es que la clase política, en su conjunto, merece un clamoroso suspenso.

Por supuesto, dentro de la amplia rúbrica de "empresa familiar" caben realidades bien distintas: no es lo mismo una mercería con los dueños y uno o dos empleados que una cadena de supermercados por muy de la familia que sean todos los miembros de su consejo de administración. En el mundo de los negocios, como en el del amor, el tamaño sí tiene una importancia decisiva y en ese delicado equilibrio entre magnitudes y potencias radica el secreto del éxito. Y para escoger un ejemplo al alcance de todos, ahí tenemos el caso de Inditex, el fenómeno empresarial que es objeto de estudio en los foros económicos de todo el mundo. La historia -que ya es leyenda- se inició en un modesto taller con la fabricación de unas batas de casa para mujeres. Una idea genial porque en aquel tiempo la mayoría de los hogares no tenía calefacción y las señoras, aparte de estar confortablemente abrigadas, a veces tenían que bajar a la tienda de la esquina para cualquier compra de urgencia con el mejor aspecto posible. A partir de ahí, el negocio creció espectacularmente sin rebasar el ámbito estricto de la familia hasta que lo planetario de la expansión obligó a salir a bolsa para financiarse.

Empresas familiares con vocación de multinacionales hemos conocido algunas (Pescanova, Fadesa, etc.) y no todas tuvieron un final feliz para las familias que las fundaron. Otras muchas se mantuvieron en el límite del tamaño que permitió la supervivencia hasta la edad de jubilación de sus dueños, por falta de herederos que quisieran mantenerlas. Un triste final del que no suelen hacerse eco los medios, porque solo son noticia las grandes catástrofes empresariales. Al margen de todo ello, pareció muy oportuno que el congreso fuese presidido por el Rey. En cierto sentido, la dinastía de la Casa de Borbón no deja de ser, desde hace siglos, la empresa familiar más importante de España. Y antes de aquí lo fue también en Francia, en Nápoles, en Sicilia y en Parma.

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