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Sol y sombra

¿Misión imposible?

Alberto Garzón no estaba ayer rodeando el Congreso para protestar por la injusticia de que Rajoy repita como presidente del Gobierno después de que lo votaran muchos más españoles que a los otros candidatos, él incluido. Alberto observaba con atención a Mariano que se resignaba a encabezar un Ejecutivo con la misión imposible de buscar todos los días durante los próximos meses una mayoría con que poder gobernar. Una auténtica lata para él.

Hasta tal punto que cualquiera diría que lo tiene más cómodo Garzón. Salir a la calle con una pancarta para oponerse al abuso estadístico del sufragio universal es, aunque a simple vista no lo parezca, una ocupación bastante más muelle que devanarse los sesos pensando qué cordón sanitario hay que traspasar para encontrar a alguien con bemoles que se comprometa, por ejemplo, a apoyar los presupuestos del Estado.

A Rajoy no le arriendo la ganancia aunque suya es la facultad, cuando lo considere oportuno y favorable, de convocar elecciones anticipadas y volver a empezar. Garzón, en cambio, no tiene problema: suceda lo que suceda lo pillarán "rodeando" el Palacio de las Cortes bajo la mirada estupefacta de los leones de bronce de Ponzano.

¿Nos los merecemos? Igual no. Ni a Rajoy y mucho menos a Garzón. De hecho, en buena medida, si Rajoy sigue siendo el más votado, pese a todos los pesares, es porque la alternativa hasta ahora son los garzones "rodeacongresos", los pabloiglesias y el increíble hombre menguante, Pedro Sánchez, que ayer se presentaba de nuevo como la gran esperanza blanca recibiendo abrazos y muestras de cariño en los pasillos del hemiciclo.

La situación no es para entonar salmos de optimismo y tampoco para dar saltos de alegría.

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