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Sol y sombra

Nostalgia de diez meses

Algún día echaremos de menos estos diez meses en el limbo privados de la legislación anticiudadano que por lo general suelen practicar sus señorías. En realidad hemos vivido mucho más tiempo con gobierno que sin él y sin saber, además, cuáles son sus virtudes potenciales. También lo hemos hecho sin oposición. A todo estamos acostumbrados. Pero lo que más acojona es llegar a averiguar, aunque al parecer estamos muy cerca de ello, en qué consiste "la oposición de verdad" y sus efectos que promete Pablo Iglesias, este sujeto mal encarado que nos ha proporcionado la política nacional en los albores del siglo XXI.

El paladín de Podemos se abre paso a golpe de machete. En su doctrina populista cazatitulares se encuentran abandonos del hemiciclo y salidas de tono, como la de decir que hay más delincuentes dentro de la Cámara que fuera de ella.

En los prolegómenos de la legislatura más balbuceante se percibe, sin embargo, el exabrupto como un valor al alza. Las palabras, del mismo modo que las balas, silban por encima de los diputados. Da igual, es parlamentarismo. Pero también relato escénico, que diría cualquier cursi, figuración para la galería: el teatrillo de Iglesias, dispuesto a demostrar que tiene los dídimos cuadrados y una capacidad circense inagotable. Uno no se ríe del todo con él porque da la impresión de que se lo toma siempre demasiado en serio. Los payasos enfadados no fruncen así el ceño.

Rajoy está dispuesto a seguir haciendo lo mismo intentando convencernos de lo contrario. La oposición prepara un duelo a muerte tras otro en O.K. Corral para demostrar quien la lidera. Iglesias parte con ventaja porque Pedro Sánchez ya se ha encargado de allanarle el camino de la manera más tonta.

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