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Los famosos funámbulos. Así vamos a transitar, en los próximos tiempos, todos por la cuerda de la política, una cuerda que no está compuesta sólo de política en su sentido más estrecho, sino de otras muchas cosas: relaciones sociales, enseñanza, pensiones, economía, empleo, sanidad, relaciones con Europa? Una travesía así, haciendo equilibrios en las alturas para no caerse, entraña siempre riesgos, máxime cuando no sabe el funambulista si quienes lo acompañan van a caminar con su mismo objetivo de llegar al final del trayecto o si, por el contrario, van a hacer lo posible para sacudir la cuerda, a fin de que el viaje sea corto.

Evidentemente, quien parece en riesgo máximo de despeñarse es el Gobierno, de no tener los apoyos necesarios, por ejemplo, y en lo inmediato, de no poder aprobar los primeros presupuestos. Pero, más allá de ese primer hito, se interpondrán obstáculos que habrá que superar día a día. Previsiblemente, el mayor de ellos será el de que quienes sean necesarios para llegar a acuerdos se comporten como si ellos hubiesen ganado las elecciones, no limitándose a poner en marcha algunos de sus puntos de vista, sino exigiendo que el Gobierno abandone por completo los suyos: ello supondría el fin del trayecto. La cuestión es especialmente peliaguda en materia económica y laboral: algunas de las "ideas", por ejemplo, del PSOE, por más bienintencionadas que sean, provocarán una retracción en la contratación y un aumento del déficit inasumible.

De modo que el interés común ha de llevar a que todos sean capaces de cohonestar con los demás su discurso y su necesidad de representación ante su clientela y, sobre todo, de tener una visión sin anteojos (no ideológica o teórica) de la realidad. La barra que proporciona el equilibrio al equilibrista es pequeña pero existe: la necesidad de todos, especialmente del PSOE, de no despeñarse muy pronto.

He dicho "vamos a transitar". Porque no son únicamente PSOE, PP y C'S -y algún otro de menor representación- los que se desplazan por la maroma, nosotros vamos llevados por ellos, en sus costazos, acristobalados, y con ellos nos estrellaremos, con mayor o menor daño individual, pero con inevitable daño colectivo.

Por cierto que además algunos corren un riesgo mayor que el de caerse al suelo y romper algunos huesos: a ellos los esperan, en una piscina de aguas turbias, un grupo de cocodrilos que los esperan con las fauces abiertas y los dientes afilados.

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