Imagine que su ordenador le sonríe y anima esos días que más lo necesita. La "computación afectiva" persigue el desarrollo de dispositivos capaces de reconocer las emociones humanas. Una vez interpretado nuestro estado emocional, la máquina actuaría en consecuencia devolviéndonos una respuesta adecuada. En definitiva, se busca lograr la máxima empatía entre hombres y máquinas.
Las tecnologías de computación afectiva capturan el estado emocional de un usuario a través de sensores, micrófonos, cámaras y un software adecuado. Al frente de esta revolución está la investigadora del MIT Rosalind Picard. En una era en la que los "gadgets" electrónicos se convierten en compañeros inseparables de nuestras vidas, parece razonable pedirles que sean "inteligentes" socialmente.