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El "Libro blanco del Camino de Santiago"

La presentación del "Libro blanco del Camino de Santiago del Principado de Asturias" tuvo lugar, hace unos días, en el Real Instituto de Estudios Asturianos, en un acto en el que intervinieron el consejero de Presidencia, el viceconsejero de Cultura, Educación y Deporte y la directora general del Patrimonio Cultural del Gobierno del Principado, así como el presidente de la Federación Asturiana de Concejos y el vicario general del Arzobispado de Oviedo.

Como se dice en el párrafo primero del texto, "se entiende por libro blanco cualquier documento realizado por expertos sobre un asunto o materia importantes y complejos con el fin de proporcionar la información y los análisis necesarios que permitan comprenderlos, adoptar decisiones estratégicas y plantear posibles soluciones o líneas de actuación ante los problemas conocidos o detectados en la elaboración del mismo". Y es justo decir que esta obra, en la que se ofrece una exposición ordenada, detallada, variada y completa, de cuanto se refiere al Camino de Santiago en Asturias, va a ser en adelante un instrumento sumamente valioso, un vademécum que se deberá tener siempre al alcance de la mano para cerciorarse de fechas, hitos históricos, monumentos, albergues, leyes, estadísticas, organismos e ideas. Es un documento fértil en propuestas novedosas, horizontes asequibles, expectativas razonables y posibilidades obtenibles, que sería deseable que fructificasen en un futuro más bien próximo que lejano.

El Camino de Santiago ha sido definido como la Calle Mayor de Europa. Tiene su inicio en las regiones que se extienden en derredor del monte Ararat y su meta en la tumba del apóstol Santiago, cuyo hallazgo sucedió en tiempos del rey Alfonso II, incoándose en ese instante el inigualable fenómeno que ha sido y es la peregrinación a Compostela. En el "Libro blanco" se da curso a un flujo torrentoso de ideas sugestivas y realizables, para que, durante la andadura, no les falte de nada a los viandantes de este itinerario antiguo, conocido como Camino Primitivo, o Camino del Norte, o Primer Camino, en el que la catedral de San Salvador ocupa un puesto insigne.

El Camino de Santiago, ya sea el francés, o el del Norte, o el que asciende desde el Sur, no es homologable a la Ruta del Cid, ni a las de los Castillos, que existen en diversas provincias del centro de España, ni a la de los Faros del Noroeste, ni a la del Viaje a la Alcarria, por poner algunos ejemplos. Estas, al igual que otras muchas en nuestro país, son hermosas, interesantes y encarecidamente recomendables, pero el Camino de Santiago es sustancialmente diferente. Acopiar innumerables actividades de todo tipo, con el fin de vitalizar el trayecto astur, merece un entusiástico aplauso, pero lo que se espera es que las acciones emprendidas redunden en pro de lo que realmente debe ser: una vivencia espiritual, que es lo que ha acreditado al Camino de Santiago como una experiencia incomparable. Esta acontece por sí misma. Las personas se ponen en marcha impulsadas por una fuerza interior que las dirige hacia el sepulcro del Apóstol. Luego, si se sienten con fuerzas, proseguirán su viaje hasta Finisterre, o el cabo Touriñán, extremo más occidental de la Península Ibérica; o Punta de la Orchilla, en la isla de El Hierro, confín del mundo antes del Descubrimiento de América; o el Gran Agujero Azul de Belice, en Centro América; o los atolones de Polinesia. Pero eso es cosa distinta del Camino de Santiago, que concluye improrrogable ante la tumba del Apóstol.

Es, por ello, deseable que, en su realización, este gran proyecto, en el que convergen distintos organismos de la Administración pública, no sea cuerpo sin alma, y es a la Iglesia en Asturias a quien corresponde asegurar ese otro tipo de asistencia que los peregrinos esperan encontrar en los templos estacionales del Camino. La palabra, la escucha, la oración, el perdón, la paz y el sacramento, constituyen el avituallamiento del que las parroquias y las comunidades religiosas han de surtir al que franquea, para demandarlo, el umbral de la Casa de Dios.

Mas todo se andará. Y es ya una realización importante la que se declara en uno de los apartados del Libro: "Un primer logro ya se ha conseguido a nivel interno del gobierno asturiano, y este no es otro que por primera vez una decena de Direcciones Generales de varias Consejerías están trabajando de manera coordinada sobre lo que se puede hacer en favor del Camino de Santiago asturiano y lo que este bien cultural puede aportar a la sociedad asturiana". Y el párrafo concluye así: "Se ha logrado situar al Camino de Santiago en el centro de la estrategia política asturiana".

Es, pues, una buena noticia el hecho de que, para el Gobierno del Principado de Asturias, el Camino de Santiago se haya convertido en núcleo de reflexión y de actuación política, y que varios organismos estructurales de gestión autonómica hubiesen aportado el inapreciable caudal de sus conocimientos y de su cualificación técnica para delinear y componer un bien perfilado proyecto de integración social, política, económica, cultural y religiosa, que es el que requiere, por su propia naturaleza, el Camino de Santiago, por el que han transitado de la mano, durante siglos, la fe cristiana y la humanidad en búsqueda de sentido, elevación y trascendencia.

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