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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Señales peligrosas

Con tanta cámara enfocando desde los cuatro cardinales del estadio a los actores principales y secundarios del espectáculo, con tanta óptica relevante apuntando a tantos lugares destacados del terreno de juego y de la grada, en ocasiones presenciar un partido de fútbol por televisión permite percatarse de pequeños detalles a los que no alcanza el ojo del aficionado desde el cemento.

El partido del domingo en El Molinón, visto desde el salón de casa, desprovisto del apasionamiento presencial, fue prolijo en gestos y señales que confirman el abatimiento de un equipo roto que parece haber agachado demasiado temprano la cabeza; de un banquillo desorientado que no encuentra soluciones al hundimiento de una plantilla que de un tiempo a esta parte parece que calza hormigón en las botas, sobrepasada por los acontecimientos; de una afición que da síntomas de empezar a perder la paciencia, paso previo al inevitable proceso de señalamiento de culpables.

Por fortuna para sus ocupantes habituales, las cámaras no enfocaron al palco, pero seguramente también la propiedad del club debe acusar el golpe repetido al mentón una semana tras otra. Lo único que se sintió con más fuerza en el recinto deportivo que en el mullido sofá fue el nivel de decibelios de los pitos, poco perceptibles por televisión, más abundantes, según narran las crónicas, en directo. Son síntomas delicados los que pregona el enfermo, pero mejor no abusar a estas alturas de la terminología médica. De esta dolencia no se sale con ungüentos y cataplasmas porque ya no parece pasajera, pero se antoja prematuro que haya quien apunte a recurrir de urgencia a la cirugía. La enfermedad tiene aún poco recorrido para pensar en metástasis.

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