La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Millas

El trasluz

Juan José Millás

¿Cómo es posible?

Podemos perdió más de un millón de votos en seis meses y no se preguntaron por qué. O lo hicieron de manera retórica, sin ánimo de descubrir la verdad. ¿Qué verdad era esa? Que el responsable máximo de la pérdida había sido Pablo Iglesias, a quien el éxito se le subió a la cabeza, conduciéndole a comportarse como un nuevo rico. A la gente se le quedó grabada, en efecto, aquella escena en la que, rodeado de su plana mayor, se manifestó en la tele exigiéndole a Pedro Sánchez una vicepresidencia y varios ministerios. "Que él sea presidente", añadió, "es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer".

Se trataba de la actuación de alguien que, en esos momentos, no estaba en sus cabales y que perplejizó a muchos de sus seguidores. También los sucesivos números que montó luego en el Parlamento comenzaron a producir respecto al personaje una extrañeza que enseguida se tradujo en distancia afectiva. ¿Quién no recuerda el gesto de espanto de Errejón cuando su líder se refirió a la cal viva? La cuestión no era si el socialismo tenía o no manchadas las manos de cal viva, que quizá sí. La cuestión era si esa verdad tenía algún sentido en aquellos instantes. Parece mentira que un profesor universitario ignore que sólo hay una cosa peor que una mentira: una verdad a destiempo; una verdad que no forme parte de una cadena significativa de sucesos. Si Pablo Iglesias hubiera gritado desde su escaño que cinco por cinco eran veinticinco, habría dicho una verdad como un puño. Pero lo habrían tomado por loco.

La pérdida de votos (más de un millón en sólo seis meses, insistimos) se fue fraguando gracias a actuaciones de este tipo. También, desde luego, por la asociación con IU, un partido, o coalición de partidos, que llevaba años acomodado en su nicho, sin deseos ni afán de gobernar, y con varios de sus militantes pillados en el feo asunto de las "tarjetas black". No hubo análisis, en fin, no hubo autocrítica. Continúa sin haberla. ¿Cómo es posible que una fuerza que llegó a ser la número uno en intención de voto se despeñe hacia la irrelevancia de este modo? Es posible porque nunca se preguntaron qué había ocurrido. O sólo se lo preguntó Errejón, al que no saben cómo quitárselo de encima.

Compartir el artículo

stats