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Trillo también estuvo

El Consejo de Estado como retiro del guerrero

Pese a la ausencia de su figura siempre marcial, Federico Trillo estuvo ayer presente en una celebración de la Pascua Militar a la que la indumentaria de la ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, imprimió aire de escena goyesca. Fue De Cospedal la que, con su recuerdo genérico a las familias de los fallecidos en acto de servicio, dio representación a quienes en los trece años transcurridos desde el accidente del Yak-42 se han convertido en la conciencia viva y persistente de Trillo, sin aceptar que eluda una responsabilidad que ahora, con el dictamen del Consejo de Estado, adquiere cuerpo de certeza jurídica.

En contra de la doctrina defensiva del exministro, hay culpas que no se lavan en la urnas. En un PP sobrecargado de zonas oscuras hace fortuna la figura del elector/juez que con su voto tiene la potestad de limpiar el historial de los candidatos. El propio ministro de Justicia, Rafael Catalá, defiende la tesis de que en las elecciones se dilucidan todas las responsabilidades políticas y quienes superan esa prueba adquieren el derecho al olvido de su pasado dudoso. Y ello pese a ser consciente de que en un sistema de listas cerradas el votante carece de la facultad de tachar a aquellos candidatos que considera indeseables, con lo que difícilmente puede aceptarse que las urnas sean una forma de juicio individual.

Pese a la reiteración de que nunca fue culpable, Trillo encara de manera tardía su destino. Lo que presenta como una elección propia, el retorno a su puesto de letrado del Consejo de Estado, es en realidad el retiro del guerrero al que, según algunos, se resistió al quedar fuera del primer Gobierno de Rajoy. La embajada de Londres habría sido el premio de consolación y pago a su empeño en la correosa defensa judicial del PP ante afloramiento de una financiación ilegal que todavía hoy se encuentra en un estado judicial muy vivo. Lo que para Trillo era un "montaje de la policía de Rubalcaba" se llama ahora la "trama Gürtel" y amenaza con traer novedades más que incómodas para el partido del Gobierno. Cuando eso ocurra, el hombre de acción que fue el exministro consumirá sus días entre legajos mientras el resto del mundo se pregunta qué fiabilidad jurídica tiene alguien que lleva tantos años resistiéndose a la evidencia.

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