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Sol y sombra

La unidad, Podemos e IU

En el duelo de poder que enfrenta a Errejón con Iglesias, resurge IU. El "número dos" de Podemos cree que fusionarse con la coalición de izquierdas es un error estratégico que impedirá ganar elecciones debido al encasillamiento y al estigma de la derrota que ha acompañado tradicionalmente a esta última. Prefiere la transversalidad como vehículo. Pablo Echenique, al parecer, le da la razón, con lo que la idea empieza a extenderse y a ser lo suficientemente compartido que ahondar en la relación no resulta un negocio interesante desde el punto de vista electoral.

En IU, a su vez, son algunos -muchos no se puede decir refiriéndose a ella- los que piensan, partiendo de una dignidad militante y cierta agudeza observadora, que la unión con Podemos acabaría no sólo por desnaturalizar a la coalición sino por enterrarla y hacerla desaparecer definitivamente. En realidad, la alianza orgánica sólo la anhelan Alberto Garzón y unos cuantos más. Sobre todo el primero, que cada vez que puede muestra un llamativo empecinamiento en querer fundirse de una vez y a toda costa.

Garzón no se puede decir que brille demasiado por sus luces. Al menos no lo ha demostrado hasta ahora. Su obsesión de "construir la unidad", de la que el propio Iglesias empieza incluso a desdecirse, ha avergonzado a muchos de sus compañeros que no entienden su liderazgo acomplejado y entreguista. Le da igual que lo confundan, jamás ha llegado a sentir los colores. Su identificación como líder es tan pobre que él mismo admite que hay gente que desconoce a qué partido pertenece, si es de Podemos o de IU. "Lo mismo le pasa a Pablo", ha llegado a decir con una ingenuidad que clama al cielo. Ya, ya. Pobre hombre, se ha creído lo del frente popular.

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