¿Hay histeria con respecto a Trump? Sí. ¿Existen motivos para ello? También. ¿Es obligado otorgarle el beneficio de la duda a un sujeto que no se detiene en la mentira? Creo que no.

Kellyanne Conway, la principal asesora en comunicación del Presidente y directora de su campaña electoral, inventora de la teoría de los "hechos alternativos", se refirió el otro día a la masacre de Bowling Green para defender la política agresiva del presidente de Estados Unidos contra los refugiados. El problema es que la masacre de Bowling Green nunca ocurrió. Simplemente, en 2011 dos iraquíes domiciliados en Bowling Green, Kentucky, fueron arrestados por tratar de enviar dinero y armas a Al Qaeda y haber usado explosivos contra fuerzas estadounidenses cuando aún vivían en su país. Los dos cumplen penas de prisión. Masacre, no hubo.

De igual manera que no existe el muro entre México y Guatemala que desde hace tiempo se difunde por las redes sociales con el único fin de poner al primero de estos países ante una contradicción: la de oponerse por a que los marginen y la de marginar él a los vecinos del sur. El muro de Guatemala no existe, la foto que se difunde de él corresponde a la raya entre San Diego y Tijuana, y, sin embargo, se está utilizando, como se utilizan tantas otras cosas para ocultar la verdad. El problema es gordo, no ya sólo por Trump sino por la propia y grosera ofensiva de los medios contra la ética que utiliza. En Estados Unidos circuló durante tiempo el chiste de que Abraham Lincoln jamas supo lo que era la mentira, Nixon nunca dijo la verdad y Clinton no sabía distinguir entre una y otra. Luego vino George Bush para poner de manifiesto que los ejemplos no se acaban. La administración Trump desde el primer minuto está demostrando una capacidad superior para superarlos.