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José María de Loma

Europa en latín

Un profesor italiano ha propuesto que el latín sea la lengua oficial de la Unión Europea. Noticia habemus. Al fin algo interesante que llevarse a la columna en unos días raros, con las agendas mediáticas dominadas por los congresos políticos del fin de semana, un sondeo que da todas las victorias al PP, el carnaval y poco más.

El profesor se llama Nicola Gardini y ha escrito una historia del latín que está resultando ser un fenómeno de ventas en Italia. Europa necesita una lengua franca luego de que el Reino Unido haya dicho que se va. Sería raro, razona Gardini, que habláramos el idioma de un país que ha querido marcharse. Los británicos, los ingleses sobre todo, dicen good bye al viejo continente, que tal vez rejuvenece sin tanto fish and chip y tanto puding incomible. Inglaterra dice adiós y la UE dice vale, que es latinajo entrañable que antes utilizaban no pocos escritores para poner fin a sus textos y que significa adiós.

A mí no me enseñaron muy bien el latín. El que era mi colegio en el bachillerato, excelente en otras cosas (cobrando los recibos a los padres, por ejemplo), resultó tener a un timorato joven con caspa como profesor de latín. Arístides Benavente, entrañable y simpático jardinero sin estudios que nunca había salido de la ciudad y que se empleaba en el dicho centro educativo como chapucillas y hombre para todo, ya les digo yo que sabía más latín que este sujeto, por lo demás simpático y con tendencia al botaratismo y la propinación de collejas arbitrarias. Gracias a él le cogí tirria al latín, cuando lo que le tenía que haber cogido era el truco.

La actitud de un profesor es sumamente importante a la hora de transmitir entusiasmo. Hay docentes que saben latín y hay docentes que sólo saben hacer declinaciones de tu interés por cualquier cosa. Sería bonito y retro y culto una Europa hablando latín, celebrando una summa en lugar de una cumbre. Con un concilio y no un parlamento celebrando sesiones, promulgando una lex en vez de una ley.

Decía Eugenio d'Ors respecto a los políglotas que hay gente que es capaz de ser tonta en cinco idiomas. Nuestros gobernantes son monolingües, lo cual no descarta que puedan ser estúpidos o brillantes. Eso sí, lo son sólo en castellano.

Ni un sólo presidente del Gobierno español ha sabido inglés. A lo mejor Rajoy viene con el latín de casa, Derecho ha estudiado, aunque de momento lo que habla es la lengua de la sumisión. Con Trump. Vale.

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