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Clave de sol

Una semana antes del intento de Tejero

Lo esperpéntico del golpe pudo contribuir a evitar males mayores

Justo el pasado jueves, día 16 de febrero, hizo 36 años de una entrevista que el firmante hizo al general Manuel Prieto que acababa de ser cesado en su último destino. Un militar polémico como demostraron sus declaraciones, grabadas por él mismo en un pequeño magnetófono: "Al Ejército se le ha engañado... La 'Operación Galaxia' fue una falsedad para contener a la izquierda? Una parte del Ejército puede no permanecer impasible, lo que tiene sus peligros que sería urgente prever".

Y por ahí seguido. No afirmo que hubiera apoyado de alguna manera la intentona de Tejero una semana más tarde, pero sí que sus declaraciones eran indicio del malestar de algunos militares aún vinculados con el espíritu de la guerra civil que estaba a flor de pie por la inseguridad, el terrorismo, el paro y la anunciada renuncia de Suárez.

Sobre las seis de la tarde del día 23 de febrero de 1981 sonaba mi teléfono en la redacción de un periódico manchego cuando trabajaba en la tarea de componer el número siguiente. Era de un conocido directivo de UCD que, muy alterado, dijo casi en un grito "¡Hay tiros en el Congreso!", al mismo tiempo que sonaban las campanillas de todos nuestros teletipos. No olvidaré aquel día. Ni aquella noche. Empezaba el intento de golpe capitaneado por Tejero. A partir de aquel momento, la redacción con todo el edificio empezó a convertirse en una creciente casa de locos, con llamadas constantes, boletines inciertos, marchas militares en la radio, imágenes equívocas de las televisiones, informaciones no muy claras. Y enseguida, la presencia de políticos nerviosos con previsiones apocalípticas a los que tratamos de tranquilizar. La izquierda radical había desaparecido.

Recordé entonces las palabras premonitorias del general Prieto, indicio cierto de malestar en las fuerzas armadas. Como militar inteligente, tuvo un papel importante en la desactivación de la intentona tratando varias veces durante la noche de convencer a Tejero para que depusiera su actitud. Felizmente, si así se puede hablar, el primer gran error de los golpistas fue elegir al pobre Tejero de punta de lanza. El mensaje del Rey se hizo esperar demasiado, pero contribuyó mucho a rebajar la presión.

En nuestro periódico, tuvimos el acierto o la suerte de controlar la situación y de replantear el posible siguiente número, conectar con fuentes presuntamente fiables, contrastar informaciones y distribuir el trabajo porque supusimos desde el primer momento que el intento no iba a prosperar. Dios nos iluminó. Así lo predicamos a nuestros espontáneos visitantes, muchos de los cuales esperaron impacientes el anunciado mensaje real y pasaron la noche entera con nosotros.

Creíamos que el intento de golpe no tenía posibilidades de triunfar entre otras cosas porque Tejero era claramente un palurdo (su padre al enterarse comentó: "Ese es mi Antoñito") y sus modos, aparte de peligrosos, parecían muy poco serios ("¡Se siente, coño!"), pese a los tanques de Valencia y las marchas militares de Radio Nacional. Lo esperpéntico del intento pudo contribuir a desalentar otro más serio. De modo que decidimos continuar con la hechura del periódico sin interrupción.

Suárez, Gutiérrez Mellado, Cavero, Fraga, Carrillo plantaron cara a la situación. El anecdotario también tuvo su parte chusca con anécdotas que ya se han contado alguna vez: la del diputado vasco Bandrés pidiendo confesión a Urralburu, cura secularizado, que le respondió: "¡Haz un acto de contrición y vete a la mierda!". O la de Antonio Fontán, numerario de una obra religiosa, que al tirarse al suelo cayó sobre Carmela García Moreno, quién declaró después: "Se portó como un caballero y estuvo rezando el rosario".

Tuvimos razón: el diario pudo anunciar al día siguiente que el intento de golpe fracasaba. Avanzada la mañana, nos fuimos a casa rendidos pero con el deber cumplido.

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