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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Una pócima al galo modo

Bien le vendría a la zona rural del concejo de Gijón, a las parroquias montunas próximas a la villa marinera, una pócima druídica que, convenientemente administrada a los vecinos, multiplicara la fortaleza de todos ellos y les hiciera infranqueables a la invasión del jabalí, ese turista a la inversa que abandona prestoso el monte para colonizar la aldea.

Los jabalíes son para el habitante del Gijón rural como los romanos para los galos de Asterix: una maldición, un engorro, un invasor molesto e impertinente, un divieso en el culo. Cada vez son más frecuentes -y más molestas- las correrías de los cochinos por las fincas, a solas o en compañía de otros, por libre o en piara, y cada vez más elevado el cabreo de los sufridores de esta reciente plaga, que claman en el desierto de la Administración regional y acaban de pedir amparo al Ayuntamiento.

O se autorizan más batidas o los afectados tendrán que hacer con la amenaza porcina lo que hizo Hércules con el jabalí de Erimanto, fiera mitológica de la antigüedad clásica que devoraba hombres y arrancaba árboles de raíz con sus colmillos formidables. O sea, acorralarlo, atarlo fuertemente con cadenas, cargarlo sobre sus hombros y exhibirlo triunfal en la plaza de la Escandalera, como si fuera Micenas.

Una vez derrotado el enemigo, las fiestas de prao se convertirían en bacanales gastronómicas a la luz de la luna a base de guisados de cerdo salvaje a la cerveza o al vino, mientras un bardo amenizaría la velada con el pentagrama de su lira, tal que un exedil forista que entraba al baño y le salía una muñeira, por Tutatis.

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