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El observatorio

El Sporting saca el pañuelo

Sometidos a la iniciativa del Deportivo, los rojiblancos reincidieron en sus defectos de toda la temporada

Ante el que parecía en estos momentos su rival más directo para disputar la permanencia, el Sporting no sólo perdió el partido, sino también buena parte de las esperanzas de llegar a alcanzar la salvación. Y ello después de que el encuentro, visto desde el lado rojiblanco, se pareciera demasiado a otros anteriores, todos calificados en su día de decisivos aunque con menos apremio que éste. Para el Sporting, con todo, lo peor no fue el resultado, sino la confirmación de unas carencias que a estas alturas de la temporada parecen determinantes. La principal de todas, una plantilla mal confeccionada, incluidos los retoques del mercado de invierno, defecto básico que se llevó por delante a Abelardo y está dejando al pairo a su sucesor. Al final del partido, con los jugadores rojiblancos abatidos y el público local desencantado, si alguna impresión prevalecía era la de que el Sporting sacaba el pañuelo no sólo para secarse las lágrimas por una derrota más, sino también para algo peor: ir diciendo adiós a la Primera División. Cada vez queda menos para rectificar esa sensación.

Un equipo recaído

Pasado el efecto inicial del cambio de entrenador, el Sporting volvió a mostrar los defectos que le han ido empujando al precipicio. Ha vuelto a ser un equipo con muchos problemas para crear juego y los dos recursos con que intenta remediarlo, bien sea la jugada individual -salvo en el caso de Burgui- o el pase largo, suelen terminar en fracaso. El equipo sigue sin encontrar una salida segura y eficaz al balón. Douglas, por ejemplo, ha entrado supuestamente en la alineación titular por su capacidad atacante. Tiene rapidez y recursos en el uno contra uno, pero él mismo, cuando arranca, se fabrica un túnel que le aísla de sus compañeros y le achica aún más espacios de lo que pueda hacer el equipo rival: la mayor parte de sus subidas al ataque terminan en un bosque sin salida. A Vesga no se le ve una misión clara en el juego. Es elegante, con buena técnica y tiene un fácil pase largo, pero pesa poco tanto en defensa como en ataque. Su incorporación ha desplazado a Sergio Álvarez hacia una posición menos central, donde rinde menos. En el Sporting siguen faltando la fluidez y los automatismos que caracterizan a un equipo que sabe a qué juega. El recurso al patadón hacia adelante, más que el pase largo, equivale a un reconocimiento de incapacidad. Quizás ayer se notó la temprana baja de Moi Gómez, pero Rubi no tenía en el banquillo el recambio adecuado. Víctor Rodríguez no lo fue. Resultó sorprendente la acumulación de tres delanteros centro en la fase final del partido, a costa de colocar a Carmona de lateral derecho. Y estuvo a punto de ser productiva, no tanto por la mejora del juego, salvo en el caso de Cop, quien aportó más iniciativa de la que acostumbra, como porque Castro y Traoré se asociaron en una ocasión que pudo tener efectos importantes. Fue en la acción del minuto 81, el único remate a puerta de los rojiblancos en el segundo tiempo, ya fuera en jugadas a balón corrido o a balón parado. El Sporting desperdició todos los corners y faltas que lanzó sobre la portería de Lux. Mal sacados, prácticamente sin excepción, murieron uno tras otro en la periferia de la defensa coruñesa, sin llegar siquiera a la zona de remate. En cuanto a los acercamientos en jugada, quizá los balones con mayores opciones de ser aprovechados salieron de la buena pierna izquierda que tiene Amorebieta, uno de los destacados del Sporting, junto con el recuperado Meré y un renacido Canella.

Burgui, un valor

De la legión de incorporados en esta temporada Burgui es ahora mismo el valor más seguro del Sporting. A su velocidad, buena técnica y regate, añade la confianza necesaria para intentar la jugada individual. Y le sale con frecuencia. Mel estaba sin duda prevenido y le dedicó una vigilancia especial, con apoyos a su marcador, Juanfran. Lo peor para el Sporting, sin embargo, fue que el equipo buscara a Burgui mucho menos de lo que le necesitaba.

Las limitaciones de Traoré

El paso de los partidos va despejando el enigma de Traoré, de quien se diría a primera vista que es un baloncestista disfrazado de futbolista. Su fuerte es, sin duda, su físico, pero sus limitaciones están también relacionadas con su gran estatura. Recibe el balón y lo aguanta en un primer momento, pero su lentitud de movimientos permite a los rivales frustrarle la segunda parte de la jugada, que es enlazar con sus compañeros. Y como rematador es escaso e inseguro. Ayer alcanzó un solo balón de cabeza cerca de la portería y lo mandó muy desviado. Y cuando tuvo en sus pies la ocasión del empate, en el minuto 81, remató con más decisión que puntería.

El Dépor sí sabía

Casi tan necesitado como el Sporting, el Deportivo demostró saber lo que quería y, sobre todo, cómo conseguirlo. Arropado por un buen contingente de seguidores, que tiñeron de blanquiazul la esquina Nordeste de El Molinón, el equipo coruñés hizo un partido tan inteligente como eficaz. El veterano Pepe Mel, conocedor sin duda de que uno de los mayores defectos del Sporting de esta temporada es su incapacidad para crear juego, planteó de salida un partido de posesión. Tiene con qué, pues en la plantilla deportivista hay bastantes jugadores que a su buena técnica unen la capacidad para asociarse. Desde el primer segundo el Deportivo se adueñó del balón y, con él en los pies, del campo. De esa forma cortó de raíz la esperada salida en tromba del Sporting. A los locales les costaba mil fatigas conseguir la pelota y una vez que lo lograban la perdían de inmediato. La capacidad de control fue la clave del éxito deportivista. El resto, paciencia para aguardar la llegada de sus oportunidades.

Regalos rojiblancos

El Sporting regaló al Dépor sus dos mejores, y casi únicas, ocasiones. Las dos provinieron de dos saques de esquina, para dejar clara por enésima vez en esta temporada la incapacidad sportinguista para defender las jugadas de estrategia. La primera, en el minuto 30, se salió, sin embargo, de lo corriente, pues no es normal que un jugador del equipo que defiende saque la mano por encima de la cabeza para cortar un balón. Y eso fue lo que, incomprensiblemente, hizo Vesga. Sancionado el penalti, Cuéllar hizo una gran parada al disparo de Çolak, hasta el extremo de quedarse con el balón en las manos. En el otro córner crucial, en el minuto 45, el error defensivo del Sporting fue colectivo. Fayçal colocó el balón sobre el umbral de la portería y todos los defensores rojiblancos acudieron a bloquear la zona central y el primer palo, dejando desguarnecido el segundo. Allí estaba Mosquera, que ni siquiera necesitó despegar del suelo para cabecear a gol. Ningún contrario estaba allí para impedírselo o, al menos, para incordiarle. ¿Cuántos goles le han marcado así al Sporting en lo que va de temporada?

Mateu Lahoz, de negro

El equipo arbitral vistió de negro, un color poco habitual entre los árbitros de hoy. Sin embargo, pocos árbitros más de hoy habrá en el fútbol actual que el que pitó ayer en El Molinón. Antonio Miguel Mateu Lahoz tiene una fuerte personalidad, que le permite imponer su autoridad en el campo sin recurrir a los aspavientos que tanto gustaban a sus colegas de antaño. En general acertó, pero el Sporting podrá reprocharle dos errores serios. El primero, no ver falta al borde del área en la entrada de Arribas a Moi Gómez, cuando éste iba a tirar a puerta desde una buena posición. La lesión inhabilitante del sportinguista fue la mejor prueba de que había habido contacto. El segundo error fue no sancionar con penalti la clara falta que, en el minuto 28, le hizo Navarro a Traoré cuando éste le había ganado la posición para rematar.

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