La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Adolescencia

Pongamos que me llamo Bruno y que tengo 2 años y 5 meses.

Hace unos días salí a la calle con mis padres. Mi padre y yo íbamos unos pasos más atrás. De repente, mi madre se encontró con una amiga que no veía desde hacía algunos meses. Se abrazaron muy efusivas. Entonces oí que la amiga le decía: "¡Cuántas ganas tenía de verte! ¿Cómo está Bruno?".

Y oí también, alta y clara, la extraña respuesta de mi madre: "Bruno está genial, pero en plena adolescencia, chica". Pronunció esa rara palabra, "adolescencia", como si se estuviese refiriendo a una enfermedad maligna. La amiga se quedó tan perpleja como yo: ¿"Cómo que está en plena adolescencia? Que yo recuerde, no debe haber cumplido los 3 años".

"Sí, sólo tiene 2 años y 5 meses -respondió mi madre-, pero se encuentra en una etapa de adolescencia total. Le propones hacer cualquier cosa y siempre te dice que no. Ahora mismo no quería salir a la calle con nosotros. Sólo aceptó acompañarnos cuando le prometimos llevarlo a los columpios. Y cuando quieres ayudarlo a hacer cualquier cosa, responde que ni hablar, que no y que no, que él quiere hacerlo solo. Está 'noísta' a tope". Sí, dijo "noísta", sea eso lo que fuere.

La amiga de mi madre, que se llama Ana y a la que ya quiero también como amiga mía, respiró aliviada: "¡Huy, qué susto me has dado! Por un momento pensé que había viajado al futuro en una máquina del tiempo. Pero lo que me dices es normal, él está haciendo lo que tiene que hacer: ensayar su autonomía, su capacidad de decidir. Ojalá todos fuésemos más autónomos, ojalá pudiésemos tomar nuestras propias decisiones".

Las palabras de Ana hicieron que me acercara a ella confiado y sonriente.

"¡Mira, aquí lo tienes!", me señaló mi madre mostrándome como si estuviese presentando a la estrella invitada de un programa de televisión.

La verdad es que Ana me cayó muy bien, por eso me dejé abrazar por ella sin problemas. Mientras lo hacía, me susurró al oído: "Así que quieres decidir por ti mismo. Me parece fantástico. Cuando cumpliste 2 años fuimos a ver un teatro de marionetas. A las marionetas las maneja siempre alguien. Tú no quieres ser una marioneta, y eso es estupendo. Pero recuerda que tu madre y tu padre tampoco lo quieren. Ellos no son tus enemigos".

¿Qué entendí de lo que me dijo? Que me entendía. ¿Qué más? Que debo ir poco a poco consiguiendo mi autonomía para que nadie me maneje como una marioneta. Eso no lo voy a permitir nunca: no, no y no.

¿Y qué más aprendí? A decir sí. Sí.

Compartir el artículo

stats