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Alberto Menéndez

El portero y la jugada

El Oviedo volvió a las andadas en Los Pajaritos. Tras la victoria en Miranda de Ebro y el empate con un buen y disputado segundo tiempo en Reus los azules cayeron de nuevo, ayer, en Soria, en sus tradicionales defectos de esta temporada fuera de casa: la dejadez, la pereza, la inconsistencia. Ochenta minutos tardaron los oviedistas en crear una ocasión de gol (ni clara ni no clara, una ocasión), que, eso sí, fue doble, y además, fruto de una jugada exquisita, de alto nivel, propia de jugadores de gran calidad técnica. Pero antes y después de la genialidad la mediocridad más absoluta.

En el primer tiempo el Oviedo al menos no dio excesivas facilidades a los sorianos. El equipo asturiano no llegó a la portería contraria, no hizo intervenir al portero local ni una sola vez, pero tampoco sufrió en exceso, aunque lo castellanos sí crearon algún peligro. Consiguió que durante la mayor parte del tiempo el juego se desarrollase en el centro del campo; y con eso, por lo que ve, su entrenador se dio por satisfecho.

El control del primer tiempo desapareció de forma fulminante en los primeros minutos de la reanudación del encuentro. Los pupilos de Fernando Hierro sufrieron una de esas "pájaras" a las que tan acostumbrados tienen a sus seguidores y si los numantinos no marcaron fue sólo gracias a la buena labor de Juan Carlos y, por supuesto a la falta de puntería de los rojillos. El portero azul, que seguro, seguro, fue uno de los intervinientes en la contienda que más balones tocó durante los 94 minutos del partido -un pase en largo, y otro, y otro- también fue el más destacado de los oviedistas.

Así y todo, con mal juego incluido, como ayer en Soria, el Oviedo es un conjunto que transmite peligro; siempre se espera algún detalle, alguna combinación relevante por parte de sus componentes más virtuosos, El momento esperado también llegó en Los Pajaritos, cuando en la parte final del encuentro Susaeta realizó un centro medido al área, que recogió Saúl Berjón, quien inesperadamente, con una tranquilidad pasmosa, cedió el balón a Michu, que dio continuidad a la jugada con una taconazo de alta escuela, siendo despejada la pelota sobre la misma raya de portería por un defensa soriano. Ciertamente, la maniobra de la delantera azul merecía haber acabado con el premio del gol. Pero así y todo no basta. Jugadas como ésta demuestran que el Oviedo está capacitado para hacerlo mejor. Hierro debe de tomar nota de una vez por todas y conseguir un mejor engranaje de las piezas con las que cuenta.

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