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Presidente de la Academia Española de Nutrición

Los milagros no existen

En contra de las dietas prodigiosas

Recientemente se ha desatado una notable polémica acerca de un coloquio, más vulgar que prodigioso, entre Mercedes Milá y José Miguel Mulet. No voy a entrar a defender o a atacar a uno u otro; ellos saben a lo que se exponen cuando participan en debates de este tipo. A la presentadora todos la conocemos: provocativa, desfachatada, gritona, lista, esperpéntica a veces, tierna otras?, . A Mulet menos: es químico y profesor en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Valencia y suele escribir, divulgar y opinar de todo aunque últimamente investiga más bien poco. Punto y aparte a la polémica en el Programa de Risto Mejide acerca de la encima prodigiosa y la dieta milagro de Hiromi Shinya, un personaje pseudocientífico que, como tantos otros, se inventan teorías y negocios para hacer gastar sus ahorros a nuestros cada día más obesos conciudadanos.

La Dieta hiperproteica de Atkins o de Pierre Dunkan o el régimen de los polvos de Menéndez son también claros ejemplos de estafas similares que han gozado de una cierta inmunidad jurídico-administrativa, además de un gran apego, incluso entre nuestra clase política dirigente. Otra dieta de moda es la Paleolítica, que entre otros principios se basa en la estúpida teoría de que tenemos que volver a cazar y a recolectar frutos y raíces por el campo, y evitar los cereales, pues, según los que la defienden, todos los granos cultivados en la agricultura contienen ácido hexafosfórico, que impide una buena absorción del calcio y lleva a insuficiencias vitamínicas. De atiborrarnos de proteínas o de carne pasamos a renegar del gluten o la leche simplemente porque un iluminado nos cuenta otra teoría inverosímil de la evolución sacada de una imaginación prodigiosa. Señoras y señores: hay que estudiar más y mejor; no se fíen del primer artículo de un semanario, de la primera noticia en las redes sociales, de un falso profesional o intruso, de la recomendación de nuestra vecina o de un bloguero cualquiera. ¿Alguien conoce a algún obeso que después de unos años siga delgado tras seguir alguna de estas dietas milagrosas?

La obesidad es un problema muy serio que afecta a más de uno de cada cinco españoles. Es la puerta de entrada de la diabetes y de enfermedades cardiovasculares, metabólicas e incluso de cáncer. Y lo cierto es que, a falta de un entorno y unas políticas públicas que favorezcan un estilo de vida saludable, es tremendamente fácil ganar peso de forma más o menos rápida. Por el contrario es mucho más difícil perderlo. El exceso de peso se traduce en un exceso de grasa en los adipocitos, cuya disminución requerirá de su movilización y oxidación; las dietas que movilizan la grasa muy rápidamente provocan cuerpos cetónicos que comportan acidez y serios riesgos para el paciente. Lo cierto es que el cuerpo humano goza de potentes mecanismos de resistencia que le protegen de la pérdida de peso (muy útiles en épocas de hambruna) pero ninguno de la ganancia. Y esta resistencia se sustenta en complejos mecanismos hormonales en los que el cerebro, los adipocitos y la microbiota (bacterias presentes en el intestino), estrechamente interconectados, juegan un papel fundamental.

Suele ser unas semanas o meses antes del verano cuando nos apresuramos a perder algunos kilos con la llamada operación bikini. Queremos lucir un buen cuerpo para acudir a la playa o la piscina y vestir ropa más estrecha. Lo cierto es que el verano en lugar de suponer un periodo del año propicio para regular nuestros hábitos alimentarios (tenemos más tiempo para cocinar, hay más variedad de frutas y hortalizas) y fomentar la actividad física regular en contacto con la naturaleza, a menudo supone un lapso de riesgo para coger algunos kilos de más debido al calor y a nuestros hábitos estivales insanos (comilonas, helados, refrescos, alcohol, relax?). De ahí que, terminado el periodo vacacional, muchas personas se plantean que quieren nuevamente y de forma rápida volver a perder esos kilos veraniegos adquiridos. Y al cabo de pocos meses llegamos a las Navidades y vuelta a engordar. No nos damos cuenta de que esa continua ganancia y pérdida de kilos está influyendo de forma muy negativa en nuestra salud a medio y largo plazo; además esta proliferación de dietas acaba por minar nuestros hábitos alimentarios y nuestras tradiciones gastronómicas, y conlleva riesgos metabólicos graves y alteraciones digestivas, cutáneas y psicológicas. Además cada fracaso o rebote comporta más probabilidades de volver a fallar en el próximo intento. La clave radica en que debemos esforzarnos en mantener nuestro peso lo más estable posible a lo largo de nuestra vida adulta. Por ello, el objetivo primordial de cualquier dieta de adelgazamiento debe ser no tanto el perder muchos kilos de forma rápida sino el mantener de forma sostenida la pérdida de peso conseguida y sobre todo el evitar el temido efecto boomerang o yo-yo que consiste en ir engordando y adelgazando sin tino alguno a lo largo de los años, acumulando siempre al final más peso y sobre todo más grasa. Y cada dieta que descubrimos y seguimos nos parece al principio más milagrosa que la anterior y una y otra vez caemos en el engaño.

Para ello la mejor solución, no nos cansaremos de repetirla, es la combinación de nuestra Dieta Mediterránea con un ejercicio físico regular y dejar de creer de una vez por todas en las dietas milagrosas. Un proceso que debe incluir una reeducación de los hábitos alimentarios en el contexto familiar y comunitario, siendo éste más efectivo cuando se han puesto en marcha políticas facilitadoras (menús saludables, restricción de la publicidad y la venta de determinados alimentos y bebidas, promoción de un estilo de vida saludable,?). Además el exceso de proteínas que pregonan muchas de estas dietas (Dunkan, Atkins, Paleolítica,?) no sólo tiene efectos negativos sobre nuestra salud, sino que incide también muy negativamente sobre la salud del planeta pues el exceso en el consumo de carne y lácteos es uno de los determinantes alimentarios que influyen más en el cambio climático. La cirugía bariátrica es un último recurso muy efectivo en el tratamiento de la obesidad mórbida, pero insisto un último recurso. La obesidad mórbida es sólo la punta de un iceberg de una enfermedad, la obesidad y el sobrepeso, que requiere de un abordaje multidisciplinar para el cual nuestro sistema sanitario no esta lamentablemente preparado.

La Dieta Mediterránea es ciertamente el único milagro que existe en nutrición. Hemos demostrado que su adherencia, aparte de prevenir un sinfín de enfermedades, reduce la grasa abdominal incluso más que las dietas bajas en grasa y además la pérdida de peso suele ser más suave y mucho más sostenida, sin rebotes ponderales ni efectos yo-yo. Un milagro de la naturaleza, de la historia y de la propia evolución humana, con una exhaustiva y convincente evidencia científica que la sostiene. Nada de charlatanerías, teorías falsas y negocios para seguir menguando la salud y el bolsillo de tantos y tantos obesos.

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