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El observatorio

La esperanza en vilo

El Sporting dio la vuelta al partido en siete minutos que pusieron en valor sus recursos y dejaron al desnudo las debilidades del Granada

Un partido que se presentaba como dramático tuvo efectivamente en vilo a los dos equipos antes de terminar por reforzar las ilusiones de uno de ellos y dejar casi sin esperanzas al otro. El Sporting fue quien logró bordear la tragedia. Quién sabe si sólo lo ha logrado temporalmente. Pero lograr ese éxito mínimo equivalía a conservar opciones a conseguirlo de forma definitiva. El Granada, en cambio, se hundió después de haber conseguido lo que parecía más difícil. La forma en que lo hizo le condena tanto como el propio resultado. Por lo demás, el partido tuvo no sólo desmesura, sino también sustancia.

Un primer tiempo más que digno

Si entraba en lo previsible pensar en un partido trabado y hosco, el primer tiempo desmintió por completo esa expectativa, pues los dos equipos intentaron poner sobre el terreno lo mejor que tienen y lo hicieron sin usura ni subterfugios. Hubo, por ejemplo, muy pocas faltas. El Granada impuso un buen trato al balón que le llevó a un cierto control del partido. En cambio, el Sporting fracasó en su intento de juego directo, aunque lo compensó con aciertos individuales, sobre todo de Burgui. Los asturianos encontraron una barrera en Ochoa, el portero granadino. Y el Granada pudo tal vez quejarse del gol anulado a Ingason en el minuto 7, pues, aunque apoyó al final de su poderoso salto las manos en los hombros de Vesga, no pareció que las hubiera usado antes para impulsarse.

Todo en once minutos

El partido se rompió al comienzo del segundo tiempo. Ingason, tras un fallo defensivo de los locales que trajo a la memoria varias jugadas parecidas que le han costado al Sporting goles en contra en esta temporada, marcó de nuevo, ahora sin objeción arbitral. Sobre El Molinón pareció cernirse entonces el más negro de los nubarrones, porque a la desventaja en el marcador se unía el recuerdo de lo bien que había manejado el balón el Granada en el primer tiempo. Pero, con el impulso de la agonía, el Sporting reaccionó y la "Portería de los Goles", contra la que tiraba en esos momentos, le fue propicia. Vesga, que no había encontrado su sitio en el primer tiempo, se asentó con un poderío y una clarividencia que fueron determinantes. Un gran pase suyo, que desmarcó a la vez a Burgui y a Traoré, fue el origen del gol del empate, que hizo crecerse tanto al Sporting como desmoronarse al Granada. El 2-1 fue una muestra de ese desmoronamiento, pues ningún granadino acudió a disputarle el balón en un rebote a Sergio, que pudo así colgarlo sobre el área de meta del Granada para que Babin se resarciera de su vicegol del primer tiempo; eso sí, sin celebrarlo, por sus antecedentes granadinos. Y en fin, el 3-1 llegó en otro contragolpe del Sporting en el que Castro supo ser generoso en favor de Carmona, no menos generoso en el esfuerzo. En siete minutos el Sporting resolvió un partido que poco antes parecía enviarle directamente al precipicio. Su indudable mérito fue correlativo, sin embargo, al espectacular hundimiento del Granada, que hizo honor -es un decir- a su trayectoria de equipo ineficaz fuera de casa y con una defensa más que vulnerable.

¿Y ahora?

Lo mejor que para el Sporting dejó el partido es que mantiene la esperanza. Lo no tan bueno, que durante muchos minutos fue un equipo con serios defectos, que habrá de corregir si es que quiere aspirar a una permanencia que exige, como poco, un gran final de Liga. El equipo tiene muchas lagunas. Douglas se prodiga en ataque, pero mete en demasiados líos a su propia defensa con sus pérdidas de balón. Al Sporting le cuesta mucho salir con el balón y recurre en exceso a un juego directo que, por lo general, le lleva a perderlo muy pronto. Quizá corregir ese defecto tenga que ver con la posición de Vesga, a quien parece que le convendría, y al equipo también, que jugara más adelantado. Y el rendimiento ofensivo parece demasiado condicionado al acierto de Burgui. En corregir esos defectos, y otros, le va la vida al Sporting.

El empeño de Traoré

Cuando Ingason le hizo un penalti a Burgui en el minuto 80, Traoré se apresuró a apoderarse del balón para ejecutar el castigo e incluso pareció resistirse a algún compañero que se lo reclamaba. Durante la semana el costamarfileño había sido noticia por razones extrafutbolísticas y seguramente sintió la necesidad de resarcirse, incluso a costa de tirar por el atajo de la indisciplina o la desconsideración. Si, como pareció, fue así, en el pecado llevó la penitencia, pues Ochoa le adivinó la intención y paró su disparo.

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