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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Padres "hooligans"

Lo confieso: yo también fui un padre energúmeno cuando mi chaval jugaba de crío al fútbol. Creo que jamás habría llegado con nadie a las manos, nunca me vi en ésas; pero presencié una trifulca que empezaron los chavales y continuaron varios progenitores de la forma más canalla. Y no hice nada.

Lo confieso: yo también lancé improperios contra los árbitros, que en la mayoría de los casos eran adolescentes cuyo mayor pecado residía en querer sacarse unos eurillos para el fin de semana, y vi cómo los padres de los trencillas aguantaban estoicamente el chaparrón, cuando habrían tenido motivos suficientes para taparme a mí y a otros exaltados iracundos la bocaza.

Lo confieso: yo también ejercí de entrenador a voces desde la grada, insistiendo a mi hijo y a otros niños que se desplegaran de tal o cual manera sobre el rectángulo, que corrieran más, que metieran la pierna, que no se arrugaran, contraviniendo las órdenes de su entrenador.

Lo que pasó la semana pasada en Gijón y en Avilés, lo que hemos visto que ocurrió en Mallorca es culpa de los padres, que pensamos que nuestros hijos, a quienes hemos inculcado que lo único que importa es ganar, se están jugando la Copa de Europa, cuando el único ánimo que debería iluminarnos es acompañarles un par de horas y ser testigos de cómo se divierten.

El fútbol de categorías inferiores es una escuela de vida, un entorno de socialización y de destreza en buenas costumbres como la solidaridad, el compañerismo, el compromiso... Ahora comprendo que yo para mi hijo futbolista no era un padre: era un "hooligan".

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