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Nueces de California

En modo silencio

José Luis Cordeiro, profesor del MIT, asevera que en el futuro la muerte será opcional

Es sino del ser humano intentar escapar de la realidad, modificándola, o imaginándola diferentemente. Algunos incluso van más lejos e intentan crear mundos que chocan contra la razón contemporánea: son los locos o visionarios. Alguien dijo que casi ninguna gran idea es capaz de convencer a sus detractores en la época en que ésta se propone, pero lo que ocurre es que los detractores mueren y las buenas ideas perduran en el tiempo. Pues eso incluso parece que no será así, según el profesor del MIT José Luis Cordeiro, que asevera que en el futuro (2045) la muerte será opcional. ¿Se imaginan que ocurriría con nuestro sistema nacional de pensiones que ya está herido de muerte? Y este no es un tema ideológico, dado que si aumenta el número de pensionistas y disminuye el número de cotizantes, las cuentas se echan bastante rápido: 9,4 millones de pensiones públicas y una afiliación a la seguridad social de 17,75 millones de personas, es decir, una ratio de 1,87 cotizantes por cada pensionista. A cada cotizante nos toca medio pensionista, es decir, busquen la mitad que les toca, y quizás se trate de un prejubilado. ¿Ahora entienden por qué el futuro se ve negro como el Negrón, cuando las previsiones más optimistas serían un número máximo de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social?

Además, las estadísticas trimestrales desde 2001 indican claramente que el paro en España es estructural y posee ciclos de cinco años. ¿Que por qué lo sé? Porque lo he analizado y los datos son públicos. Dado que llevamos cuatro años consecutivos de descenso del paro, desde el máximo histórico, no es previsible que el ciclo dure más de un año y medio y que el paro descienda del 14-15% ¿No creen ustedes que con estas previsiones tan halagüeñas los fondos privados de pensión se estén frotando las manos?

Sin embargo, Cordeiro no habla del paro en nuestro país ni del futuro de las pensiones. Ese problema para un científico de su talla es un tema claro que no posee entidad hasta que no se coja el toro por los cuernos, es decir, se termine con esta economía de la señorita Pepis cuyo "dinamismo" se basa en las grandes obras y en las infraestructuras inútiles. Cordeiro, en una visión futurista sin paliativos, dice que antes del 2045 podremos detener el envejecimiento e incluso seremos capaces de rejuvenecer. También habla de la potencia de la inteligencia artificial y deja entrever que el día de mañana los que curarán las enfermedades no serán los médicos sino los ingenieros biomédicos con algoritmos y sistemas de ayuda a la toma de decisiones médicas similares a los que en nuestro grupo de investigación hemos diseñado. No se puede esperar menos originalidad de un profesor del MIT, que ha sido cofundador de la Universidad de la Singularidad, una institución académica sita en Silicon Valley cuyo objetivo es crear el futuro tecnológico. El objetivo es plantar los mimbres para facilitar el desarrollo exponencial de las tecnologías que sirvan para resolver los grandes desafíos de la humanidad. ¡Ahí es nada!, casi como aquí. La Universidad de la Singularidad es el sueño americano de poder tocar el desarrollo tecnológico con las manos, y conocer a aquellos visionarios que sueñan también con cambiar la realidad. Ciencia, tecnología, anonimato, talento y financiación se dan la mano. ¿Se imaginan que un profesor de la Universidad de Oviedo hiciese tales declaraciones, o intentase crear una iniciativa académica similar? Lo quemarían en la hoguera y quizás algún vicerrector prepararía el carbón para el churrasco.

Supongamos que Cordeiro tenga razón y que alcancemos la inmortalidad tecnológica. ¿Qué ocurriría con las religiones que siempre han explotado la patente de la vida eterna? Quizás desaparecieran, y eso supondría una reconversión de la iglesia católica, y entonces nos daríamos cuenta del enorme patrimonio de los gestores de la fe. Es así y no se puede negar. Se ha calculado que en los países industrializados la esperanza de vida alcanzará los 90 años en 2030. Imagínense que pudiésemos llegar a vivir sin problema más de 150 años. Existen modelos matemáticos catastrofistas que analizan el impacto de este hecho a nivel mundial, y concluyen que se necesitaría un cambio tecnológico y social drástico para que el sistema actual, es decir, el mundo tal como hoy se conoce con sus grandes desigualdades sea sostenible.

Personalmente creo que nos queda mucho trabajo, si se tiene en cuenta el limitado conocimiento que existe sobre el genoma humano, las más de 7.000 enfermedades raras que no tienen hoy en día solución, así como la pandemia que suponen la principales enfermedades neurodegenerativas, y en particular el síndrome de Alzheimer, que afecta a 44 millones de personas a nivel mundial y cuyo coste se estima en 605.000 millones de dólares. Las previsiones apuntan a que esta cifra podría alcanzar los 170 millones de pacientes dentro de 30 años, de los cuales 17 millones serán europeos. ¿Entienden ahora por qué el estudio de dichas enfermedades debería ser un objetivo prioritario de nuestras sociedades? Si no se resuelve este problema no habrá ni vida eterna, ni políticas de envejecimiento activo, el último camelo que nos hemos inventado. Otra vez se ponen la carreta delante de los bueyes.

En modo silencio es la manera en la que funcionan algunos de nuestros dirigentes, porque saben que uno es esclavo de sus palabras. Ya ven que "Sanidad niega relación entre la contaminación y la alta tasa de cáncer de pulmón en Asturias". ¡Amén! Si los datos fueran públicos sería posible confirmarlo o refutarlo, pero como no lo son prefiero decir que la contaminación no sólo no es buena, sino que no agrada a nadie, y estamos cansados los que tenemos un poco de huerta y árboles frutales de que las nubes tóxicas los quemen, y si sufren los árboles también sufren las personas. Si Asturias fuese un estado de Estados Unidos este tema ya habría sido estudiado socialmente por diferentes grupos de presión. Aquí solo nos queda confiar. Como confiaron los mineros en que las prejubilaciones y los fondos mineros cambiarían las Cuencas. En modo de silencio, segunda película de Teresa Marcos, estrenada este domingo 19 de marzo en el festival SACO de Oviedo, refleja a lo Kaurismaki la decadencia de las Cuencas, con una propuesta que está a medio camino entre el género negro y el cine social. No les voy a contar la película, que próximamente se exhibirá en el Centro Niemeyer, sólo decirles que Teresa pone inteligentemente el dedo en la llaga sobre el aspecto social de la reconversión minera, y que el final es magistral, con una banda sonora que pone los pelos de punta. ¡Enhorabuena, Teresa!, los dos sabemos que no se ama a los cobardes, que simplemente se les quiere.

Asturias debe apoyar a sus creativos y en particular manifestaciones como el audiovisual, puesto de manifiesto en SACO; Asturias debe apoyar un futuro verde y en particular la ingeniería del agua; Asturias tiene que apoyar la agricultura y la ganadería ecológicas respetando y protegiendo como se debe las reservas de la biosfera y los parques naturales; Asturias debe defender la Universidad Singular, la ingeniería del conocimiento, el humanismo, y la educación de "knowmads"; Asturias debe apoyar la ingeniería biomédica en torno a los principales hospitales y clínicas de la región. De todo ello depende que nuestro futuro no sea ficción. En modo silencio no se resuelven los problemas, sólo se enquistan.

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