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José María de Loma

El ecuador

Dos años ya de mandato municipal

Llega el ecuador de la legislatura municipal, que no es legislatura, es mandato, dado que los ayuntamientos no legislan. Los ayuntamientos hacen normas u ordenanzas municipales siempre supeditadas a leyes de rango superior y de aplicación tan sólo en el término municipal. Más adecuado sería hablar de mandato municipal. Llega el segundo aniversario de las pasadas elecciones municipales y nos trae la palabra ecuador, que es término polisémico y acicalado, que se ha puesto guapo para salir en los titulares. Ecuador por aquí y ecuador por allá, ecuador esto y ecuador lo otro, niño tráete el ecuador, que vamos a comernos la paella. Estamos, sin duda, en el momento estelar del término. Úselo, no se prive. Seguro que está usted en el ecuador de su matrimonio o vida o carrera profesional o partido de tenis. O tal vez está en el Ecuador, capital Quito, país de nunca bien ponderada belleza y donde tal vez nuestros pies nunca anden sus caminos. Y sería una lástima. Sobre todo para nuestros pies, dado que Ecuador no parece muy proclive a experimentar o sufrir desazón o tristeza, ni siquiera melancolía por ello. Ecuador seguramente prefiere grandes inversores internacionales y turistas de alto poder adquisitivo y no tristes cronistas que luego describan sus árboles y postres en periódicos de provincias de la que muchos llamaron cursimente madre patria.

Tras dos años de regidores edificando rotondas, peatonalizando cuartos de baño, dando torpes subvenciones al IBI o engatusando árabes para que construyan mamotretos, tras dos años que se hacen muy largos, la palabra ecuador vuelve a escena como una actriz de renombre que hubiera pasado dos temporadas teatrales alejada de las tablas por una infección, un mal de ojo o una venganza de rijoso prohombre con influencias en el mundo del arte dramático. Vuelve a escena y brilla y se codea con otras palabras muy usadas. Salta del banquillo y ahí está, en un digital de pueblo y en un diario nacional en papel, en un folleto y en un programa de radio, en tertulias televisivas y en wasaps de grupos de concejales. "A ver si el de Fiestas se pone las pilas, que estamos en el ecuador y no ha organizado una puñetera verbena", bien podría escribir un alcalde prototípico, siempre preocupado por el bienestar de sus convecinos, que no súbditos, y siempre cavilando acerca de cómo mejorar la calidad de vida de sus paisanos. Paisanos que están sin verbena en pleno ecuador, con un calor de no te menees y lo mismo sin acceso a piscina o playa. Sería entonces un caso de ecuador del infierno. Y todavía quedan otros dos años de mandato.

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