La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¿Alguien sabe?

La precariedad económica, las vacaciones de verano, el silencio del Gobierno y la oposición que mira al cielo

Los hombres del tiempo y sus correspondientes partes meteorológicos centraron la atención de los televidentes a principio del estío. Ellos como timoneles marcaron el rumbo. Vagabundearemos por aquí, por allá, o por acullá, según oráculo climatológico, y nos guardaremos en habitáculos de menor, medio o gran lujo según remanente en cuenta corriente. Otro oráculo que dictan los ministros que administran el ramo de los cuartos, ah, y los bancos, de nuevo muy rumbosos con los créditos destinados al ocio, pero lo que no advierten, y como somos imbéciles y tropezamos en la misma piedra las veces que sean necesarias para consolidar nuestra estulticia, es que ya llegará Paco con la rebaja.

Pero, eso sí, Manolín, no jorobemos el momento, que está aquí el tiempo de disfrutar, de gozar, de echar michelines, de tirarse a la bartola (perdón, Bartola), nos lo hemos ganado con el sudor de nuestra frente y los malabarismos mediáticos del gobierno que luce medallas abondo, más que en una guerrera de general soviético en tiempos de Kruschev, atribuyéndose una disminución histórica del desempleo, aunque omite la triste situación laboral de los de siempre, cercana al esclavismo o al retorno de entrar al servicio de los señores feudales. De eso, mutis por el foro, lo callan los malabaristas del gobierno y los ?libusteros de la oposición miran al cielo y las estrellas, lindas como votos, y glayan los sindicatos con un pio pio bajito, ni siquiera los empresarios se toman la molestia de hacer oídos sordos.

Y no libramos del trino sandunguero del verano,"despacito", dice un chaval de Puerto Rico, listo el mozo, buen consejo nos da, pero nosotros a pisar el acelerador, que si una de rabas, otra de gambas a la plancha, no dejemos el mero a un lado regado con albariño, de lo curioso, faltaría, y para los peques medio menú, que uno es mucho y luego se indigestan, y los mayores, para favorecer la digestión, nada mejor que un gintonic, tónica y gin de importación, de 10 euros, a euro y medio el eructo. Nos pasa la dolorosa un esclavo de piel negra y uniforme negro, de los de trabajo diez horas y te pago cuatro, y con el medio euro que dejamos de propina tampoco se emancipará. Se comenta la precaria situación del sector y nos indignamos, no hay derecho, claro que no, pero nos sentimos inocentes e impotentes y nos vamos a la playita a olvidar la injusticia. A empapar los pompis. Ellas a ver apolos, ellos a ver pocholas. ¿Y los peques? Rodeados de plásticos multicolor y multiformes los recién destetados, y con la tablet o similar artilugio los próximos a la Primera Comunión.

Y transcurren los días, la vida sonríe por parcelas, aunque cansa. Otra parcela no sonríe, le faltan ganas y motivos. El mundo se divide en dos parcelas: la que sonríe, y la que no sonríe y ve como los otros sonríen, y encima soportan discursos grandilocuentes de mandatarios en pro de la solidaridad: "Haremos lo que esté en nuestras manos para arrancarles la sonrisa".

Y no mueven un dedo.

¿Siguen refugiados los que no sonríen? ¿Alguien sabe?

Compartir el artículo

stats