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Sofía Vergara, en Ortigueira

Sobre una visita de la actriz en ferrocarril de vía estrecha

Estaba muy ocupado en las cosas y quisicosas de la actualidad descoyuntada y la realidad petrificada. Estaba atento al estado anímico de Ignacio González, el único preso famoso incómodo en Soto del Real, esa cárcel que pronto alquilará Tele 5 para hacer desde allí algún "Sálvame". Estaba también en el otro asunto, el de los Villar del fútbol que por fin se han ido para casa por un quítame allí trescientos o cuatrocientos mil euros. Estaba con todo eso, y con Venezuela, pobre Venezuela, cuando me llamó por teléfono un conocido colombiano amigo de un conocido del primo del representante de la actriz Sofía Vergara. Que si el banco de Loiba, que si quería venir a conocerlo, que solo eran unas horas, que si yo podía hacerme cargo de ella? Quedamos en el bar "Caracas", que es el sitio más discreto de Ortigueira para quedar, no por su ubicación sino por su dueño: jamás dirá quién es el asesino.

Quedamos el ayudante europeo del representante y yo, para ultimar detalles. Nos pusimos de acuerdo en casi todo, menos en el modo de transporte. Él, empeñado en la típica caravana estadounidense de grandes y blindados coches. Yo, en el ferrocarril de vía estrecha. Accedió si podíamos comprar todos los billetes del viaje, tanto de ida como de vuelta. Le dije que seguro que era posible, siempre con la suficiente antelación, y que la web de Renfe nunca ha ido muy fina, pero, en fin, podíamos intentarlo. Llegó el día de autos, con ocho trenes comprados al completo en dos días sucesivos. Y allí estaba yo, entre el "Río Sor" y la estación del antiguo "Feve". Primero cafés, luego chupitos, después nada. Al día siguiente, vuelta a empezar. En el cuarto tren, apareció el ayudante europeo del representante. "Lo cambiamos todo para el 15, ha surgido un imprevisto." Enfadado, le dije, "el 15 no puedo, es sagrado, es el santo de mi mujer" y regresé al "Río Sor" ya casi para comer unos chocos de la ría y una chuleta de ternera, que están tremendos.

Todavía no ha vuelto a sonar el teléfono, pero nunca se sabe. Espero que no me fastidien una comida de amigos que tengo la semana que viene, hace catorce años que no comemos juntos. Podemos invitar a la actriz colombiana, nunca se sabe.

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