La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las fiestas también son nuestras

Para que las mujeres podamos salir sin miedo, sin acosos, sin agresiones

Llega el verano, y con él, fiestas patronales y populares por toda la geografía asturiana, siendo raro el día en que no surja un buen plan.

Aunque nosotras sabemos que el plan no quiere decir lo mismo para hombres que para mujeres. Sabemos de antemano que en las fiestas, con toda probabilidad, asistiremos a piropos o comentarios no deseados sobre nuestro aspecto o sexistas -que también pueden ir escritos en camisetas, como ocurrió en el último Carmín de la Pola-, pasando por contacto físico o intentos de conversación que no queremos mantener. Y sabemos que estas situaciones las soportamos exclusivamente las mujeres, viendo cómo quedan justificadas por el hecho de estar en un ambiente festivo en el que expresar algún tipo de disconformidad nos puede convertir, a mayores, en "aguafiestas". Para nosotras, que queremos disfrutar igual que los demás en las fiestas populares, el plan puede incluir ser tratadas como objetos sexuales, aguantar por más o menos tiempo al típico baboso que no entiende un no por respuesta y cree que insistir es la clave para ligar. En definitiva, manifestaciones de acoso machista que son habituales y que tienen sus expresiones más violentas en forma de agresiones o violaciones -no hará falta recordar a estas alturas la reciente violación múltiple durante la pasada noche de San Xuan o las otras tres agresiones sexuales en Xixón-.

Nuestro plan, como el de cualquiera, es salir para disfrutar, sí, pero con cautela y en más de una ocasión con miedo de regresar a casa solas. La toma de conciencia de que los espacios lúdicos y compartidos con los hombres de nuestros territorios son también espacios de peligro forma parte de las experiencias que marcan la juventud de todas nosotras y que no son iguales para los hombres. Ellos pueden elegir entre ser partícipes en la creación de esa atmósfera intimidante o procurar que el ambiente festivo lo sea para todo el mundo: siendo conscientes de sus propias actitudes cuando resulten invasivas, y contribuyendo a la crítica del comportamiento de otros hombres en vez de ofrecerles complicidad o silencio.

Con lo explicado hasta ahora, no resulta difícil comprender que en los últimos años se estén desarrollando campañas por unas fiestas libres de agresiones sexistas en todo el país, como las realizadas en San Mateo en Uviéu o San Agustín en Avilés. Campañas que marchan al mismo tiempo que avanza la concienciación social en este sentido. Ya no se toleran actitudes que antes podían parecer chistes sin importancia, como el mencionado caso de la camiseta machista del Carmín, o el cuestionable espectáculo programado en las fiestas de Montecerrao.

Mal que le pese al Delegado de Gobierno asturiano, Gabino de Lorenzo, en referencia a sus recientes declaraciones, el alcohol nunca puede ser usado como pretexto para actuar contra nosotras. Ni existe cualquier otra excusa que justifique ningún atisbo machista que, como mínimo, nos veta la diversión y el disfrute. La lucha contra las violencias machistas, también durante las fiestas, es una responsabilidad política, son nuestros derechos básicos como ciudadanas -a la seguridad, a compartir espacios públicos en igualdad, a participar y disfrutar de ellos con normalidad, a transitar por las calles sin miedo- los que se ven mermados cuando desde los poderes públicos no se actúa con plena conciencia para garantizarlos. Por eso, queremos seguir reivindicando nuestro derecho a ocupar espacios libremente, apelando a mujeres y hombres para que reaccionen si se encuentran frente a situaciones o comportamientos machistas. Estamos decididas a ganar las fiestas, a que las mujeres podamos salir sin miedo, sin acosos, sin agresiones. Porque un buen plan de fiestas, o unas fiestas al fin y al cabo, son aquellas buenas para todas y todos sin excepción.

Compartir el artículo

stats