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Llanes ¡a volar!

La historia del aeródromo llanisco, recogida en una exposición

El francés Léonce Garnier Motheré (1881-1963), antiguo comerciante de vinos que residía en San Sebastián, debió de tener madera de ídolo de masas. Aclamado como una estrella de rock en los extensos espacios vallados en los que se cobraba entrada para verle surcar los cielos con su Blériot, nadie antes que él atravesó los Pirineos por el aire (lo había logrado en 1912). Se le contrataba como una atracción nunca vista, y fue él, precisamente, el primer piloto que aterrizó en Llanes (en la Cuesta de Cue), en 1919.

Con Garnier, precisamente, empieza el relato del que da cuenta la exposición "Llanes ¡a volar! Historia del Campo de Aviación", abierta en la Casa de Cultura de la villa llanisca. Esa muestra, por la que en tres semanas han pasado ya 3.000 visitantes, se había gestado hace siete años, cuando en 2011 la editorial Hércules Astur publicó el volumen biográfico "Joaquín Ortiz, un arquitecto racionalista", en cuyo capítulo XIX, titulado "Rusos y nazis con la boca abierta", se resume la historia aeronáutica de Llanes.

La Cuesta de Cue (un espacio situado a unos 140 metros sobre el nivel de la mar, con una longitud de 3 kilómetros y una anchura de 300 metros, que es hoy el campo municipal de golf) no representa sólo un enclave desde el que se divisa un paisaje que sobrecoge por su belleza, sino también un escenario de hechos bélicos y vivencias épicas que, pese a su importancia, han ido quedando arrinconadas en la memoria colectiva.

Cada uno de los nombres que se citan en la exposición merecería por sí mismo una detenida atención. Son los nombres de almas pioneras, soñadoras, obstinadas, ilusionadas, utópicas, valientes y perseverantes: el francés Desmazières, Benjamín Gutiérrez Junco ("Benjamín el de Parres"), Pepe Yanguas, el corito Ricardo García Portilla ("Rico"), María de la Salud Bernaldo de Quirós ("Eca", la primera mujer española que había sacado el título oficial de piloto), los hermanos José y Daniel Llaca Álvarez, Juan Catoira Garaboa...

Se entrecruza en la narración la colateralidad de presencias y pasajes que trascienden de Llanes, que van más allá, unidos al pulso de la historia de España y de Europa. En la muestra se recorren los años de la Revolución de Octubre y de la Guerra Civil, en la que participan protagonistas destacados de lo que vendría después, como el as de la Luftwaffe Adolf Galland, teniente de la Legión Cóndor, alojado en septiembre de 1937 en la mansión más elegante de Llanes: "Villa Vicente" (también conocida como el palacio del "Coju de la Guía").

La crónica de tan variados y sorprendentes sucesos ligados a la Cuesta de Cue, donde estuvo instalado el aeródromo que proyectó en los años treinta Joaquín Ortiz, incluye un detallado homenaje a la Escuela de vuelo sin motor, que funcionó allí desde 1944 hasta 1963, y que tanta repercusión social tuvo y tiene aún en la sociedad llanisca. Por ella pasaron 550 jóvenes que obtuvieron el título de piloto de planeadores, y bajo su sombra se fundaron numerosas familias.

Todo empezó con aquel aterrizaje de Léonce Garnier en 1919. Un personaje del que oyeron hablar nuestros bisabuelos, y al que, según nos cuenta nuestro compañero Melchor F. Díaz, dedicaron en su tiempo, en Oviedo, una coplilla muy popular, de la que era protagonista un zapatero carbayón al que llamaban "El Panzudu", testigo de las exhibiciones del francés:

El Panzudu, desde abaxu,

díxo-i a 'mesié' Garnier:

doy-te la zapatería

si me tires la muyer.

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