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Clave de sol

Un problema mal resuelto

O lo que se avecina en Cataluña

Desde los albores del nacionalismo catalán nunca se había llegado tan lejos como esta semana en las audacias separatistas, aunque se veía venir por la relativa pasividad del Gobierno que ha reaccionado cuando ya no tenía otro remedio. Vale más tarde que nunca, pero lo que se avecina con el caso de Cataluña puede ser muy desagradable.

La gran cruz de la reciente historia de España ha sido el tratamiento de los nacionalismos desde los gobiernos centrales. Lo que ha consistido en aplazar el problema a base de concesiones. Que en realidad habían empezado ya en los albores de los años treinta con el Estatuto conseguido en la segunda República. Según Julio Camba, los catalanistas se liberaron así del vago centralismo madrileño para caer bajo el centralismo directo de Barcelona.

No cabe duda de que el invento autonómico de la Transición fue construido en función de las presiones catalana y vasca que condicionaron la aludida novedad constitucional. Lo que se llevó a cabo sin tener en cuenta que los nacionalismos son insaciables por naturaleza y con las primeras concesiones no se iban a contentar.

No pocos comentaristas pusimos de manifiesto entonces los riesgos propios del caso, por ejemplo el de entregar la educación y crear la policía autonómica. La cosecha se recoge ahora con un conflicto de imprevisibles consecuencias. La situación da pie para muchas reflexiones casi todas inquietantes.

El problema, pues, estuvo en el origen. Lo reflejaba muy bien Vizcaíno Casas en su libro "Las autonosuyas" que hacía desaguar la peligrosidad del caso por el lado del humor. Será lo que nos queda.

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