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Paxarinas

Bancos sin dinero

La palabra banco es polisémica y desde hace un tiempo, cuando la oímos, pensamos en primer lugar en una oficina, que ya no suele tener apariencia siniestra pero que mantiene intacto su espíritu codicioso. Pero ahora vamos a referirnos a los bancos para sentarse en la calle, en los parques y aceras de la ciudad. De un tiempo para acá en Oviedo faltan muchos bancos y tengo entendido que el Ayuntamiento se propone ponerlos, quizá en recuerdo de aquel tiempo en el que en los Álamos hubo una fila infinita de sillas de forja pintadas de blanco en las que se sentaban las señoras para ver cómo paseaban sus niñas casaderas y caballeros fisgones de toda edad. Los bancos del Campo servían para todo en la ciudad, para pastorear a los niños, para reflexionar y para cortejar. Hace mucho que por allí no hay niños ni tertulias, ni parejas de novios o similares. El Campo necesita nueva vida y el resto de la ciudad también. Lo esperamos.

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