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Joaquín Rábago

Entre la falta de autocrítica y la posverdad

Uno de los grandes defectos de nuestros políticos y también de muchos de nuestros compatriotas es una más que lamentable incapacidad para la autocrítica.

Es el nuestro el país de las adhesiones inquebrantables, del "mantenella y no enmendalla", de las acusaciones de claudicación o buenismo a quienes simplemente abogan por el diálogo.

Hay también mucho de eso en todas las profesiones, incluido por supuesto el periodismo, pero hace estragos sobre todo en nuestra clase política.

Y lo hemos visto estos días en todo tipo de declaraciones en torno al desafío catalán a la Constitución y las leyes españolas y la respuesta desde el Estado central.

Hemos escuchado al tal vez menos dialogante de nuestros gobernantes afirmar en una entrevista pactada con la agencia estatal decir que él ha "sido siempre partidario del diálogo".

O asegurar que "el Rey tuvo una intervención magnífica" y que "la actuación de la guardia civil y la policía fue ejemplar".

Y ello sin reconocer la ausencia del mínimo gesto conciliatorio en el primer caso -¡cómo iba a hacerlo si podía haber firmado el mismo ese discurso!- o los excesos de algunos agentes, en el segundo.

Y hemos visto también al presidente del otro lado, instalado desde hace ya mucho tiempo en la posverdad, afirmar alegremente de los catalanes: "Somos un pueblo unido" o que las empresas no iban a abandonar Cataluña.

Si alguien defiende en Cataluña los derechos de quienes, sintiéndose o no también catalanes, quieren seguir siendo españoles, es acusado inmediatamente de "rata traidora" y "fascista".

Da igual que se trate de intelectuales, artistas u otras gentes que defendieron en la calle la democracia cuando hacerlo era jugarse realmente la libertad y, en más de un caso, la vida.

Y a la inversa, si alguien muestra la mínima comprensión por los sentimientos identitarios de una parte de los catalanes, aunque no los comparta, está atentando contra la unidad de España.

El Gobierno pide mientras tanto al resto de los partidos nacionales "adhesión" sin fisuras a su respuesta a la Generalitat como si no pudieran existir los matices.

Europa nos observa preocupada y no puede creerse lo que sucede.

Definitivamente la sombra del franquismo es alargada.

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