Loable la iniciativa de la Fundación Princesa de Asturias de involucrar a los escolares de la región en el ejercicio de tomar la palabra. Aunque en ocasiones tengan que descabalgarlas en un juego semántico, como este año, en que decenas de alumnos asturianos han elaborado un diccionario de palabras nuevas, al modo "Luthier", como homenaje al último premio de Comunicación y Humanidades.
Puede que a ningún escolar alcancen estas líneas y, aun así, que sean aún demasiado jóvenes para leer o haber leído "La colmena", de Camilo José Cela, donde, en un corifeo de poetas ralos y escritores famélicos reunidos en un café literario, toma asiento Matías Martí, inventor de palabras, a cuya autoría se debe el término "bizcotur", dícese de aquél que, amén de bizco, es atravesado, ruin y turbulento.
El trabajo de los chavales asturianos y su delirante polisemia me recuerda que un niño italiano de ocho años, Matteo, utilizó en un examen la palabra "petaloso" haciendo referencia a una flor repleta de pétalos. Su maestra se enamoró de ese vocablo inexistente y lo remitió a la Real Academia, que respondió que la palabra estaba bien construida y que se incluiría en el diccionario si uso se extendiera. "Petaloso" fue "trending topic" en la red social Twitter.
De la reciente aportación de nuestros chiquillos yo quedé prendado de "xana", que es duende que cura; "universo", verso único y solo, o "pachucho", comida para perros. Y aporto una de cosecha propia, para Teresa Sanjurjo: "Princesita", dícese de la heredera de la Corona que es más dulce en Gijón cuando pasea junto a la confitería La Playa.
