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Abogado

Recordando a Pablo Ardisana

Conversaciones sobre Cataluña

Aún no me había decidido a escribir algo sobre Pablo Ardisana desde su cercana ausencia. He ido leyendo muchas cosas que se han ido escribiendo sobre Pablo, y no me parecía que yo pudiera aportar nada más ni mejor. Sin embargo, lo cierto es que no me gustaba la idea de dejar pasar el tiempo sin hacerlo. Debía encontrar un motivo nuevo, más allá de su figura literaria, sin caer en un relato personal que no interesara a nadie más que a mí y, tal vez, a nuestro limitado entorno más próximo. Pensé que su interés por Cataluña podía aportar algo menos conocido de él.

Mi relación con Pablo ha ido acompañada siempre de una intención mutua en compartir opiniones de nuestras parcelas de interés, experiencia, saber y, sobre todo, de nuestro entorno vital. Así es que su curiosidad en conocer de primera mano detalles y sensaciones sobre mi tierra natal, Cataluña, estaba a menudo presente en nuestros encuentros en Hontoria, Naves, Cuevas, Puente Nuevo... Mis raíces paternas asturianas y la permanente voluntad de compartir y transmitir las calidades de mi tierra estaban en el origen de nuestro aprecio y estima mutuos: corazón y cabeza; sentimiento y razonamiento; orígenes y realidad en el mismo encuentro. Me gusta recordar su curiosidad por conocer la esencia de la privilegiada combinación entre el suave mediterráneo Empordà de mi madre y la bella escultura natural de la Peñamellera y el Llanes de mi padre. Rica alquimia entre Josep Plá, Celso Amieva, Pín de Pría?

Pablo, intelectual-poeta rural, como solía autodefinirse, había ido sustituyendo con el paso del tiempo, tal vez desengañado, su análisis global sobre la evolución de la sociedad, por una ácida crítica puntual y persistente hacia lo que consideraba que pudiera salirse de un esperado comportamiento en las personas, y más aún si eran socialmente relevantes, en particular los políticos. Desde su atalaya de "Allorales" (Hontoria) lamentaba que lo rural estuviera relegado deshonrosamente a un segundo plano en las prioridades por no atraer réditos políticos en el corto plazo.

A Pablo le gustaba que le hablara de Cataluña porque, con mi apreciación de los diferentes aspectos de la sociedad catalana, le facilitaba contrastar sus fuentes de información, empezando por los aspectos históricos, siguiendo por los culturales, los políticos y, sobre todo, lo que conveníamos en llamar 'pálpito socia'. ¡Cuánto hubiéramos hablado ahora!

Recuerdo mi sorpresa cuando en un encuentro en Naves, era julio del 2010, me espetara que "Puyol salvó a España". Yo creí con sorpresa que pretendía que abordáramos la discusión sobre el papel histórico del ex -presidente catalán, hasta que me aclaró que se refería a Carles Puyol, el bravo futbolista de la selección española. Cuestión de pronunciación. En efecto, nada más lejos de su interés que enredarse demasiado en la discusión sobre comportamientos de políticos y sus intereses individuales, cuyo análisis de la realidad de esa lógica había abandonado hacía ya tiempo.

Su interés en participar en discusiones sobre temas comunes (y en particular el fútbol), le conectaba con la gente que frecuentaba el ágora rural de Casa Raúl de Naves, paréntesis vital de su persistente actividad intelectual.

Aclarado el marco deportivo de la discusión, aquello condujo a conversaciones sobre el insuficiente papel de los catalanes en diferentes momentos y aspectos de la historia política reciente de España, en contraste con su importancia en el ámbito empresarial, cultural y deportivo, algo de compleja pero cierta explicación. ¿Falta de implicación, lejanía cultural, o tal vez una cuestión de mutua desconfianza histórica?

A Pablo le intentaba convencer del error de interpretar que el nacionalismo catalán se alimentaba de una auto-convicción de superioridad. Si eso fuera cierto podríamos hablar también de un nacionalismo asturiano basado en esa misma aparente convicción. En efecto, en contextos favorables a ensalzar las indudables particularidades de la esencia del asturiano, he podido leer y escuchar cosas como que Dionisio de la Huerta, creador del popular Descenso del Sella, era "asturiano de corazón, y catalán de casualidad", o la frase introductoria de una conferencia del gran poeta asturiano Antonio Gamoneda a la que asistí en el Centro asturiano de Bruselas: "Estoy acompañado probablemente de asturianos; no obstante, si alguien de los presentes no lo fuere debería procurar alcanzar tal condición". Bien, en realidad siempre me ha parecido que estas y otras citas no son más que reflejos de la constatación de un indisimulado orgullo de pertenencia identitaria que suele acompañar al asturiano allá donde esté.

En la literatura también encontrábamos puntos de encuentro y de contraste entre corrientes sociales y culturales. En el "Rexurdimiento" de la literatura asturiana, al que Pablo pertenece, y la "Renaixença" cultural catalana encontramos puntos de similitud en la sensibilidad por elevar la presencia literaria de parajes y elementos de la vida rural. Así, en su poema "La vaca númberos", Pablo lamentaba el anonimato al que habían conducido, sin retorno, los procesos industriales en la identificación animal, anulando esa proximidad casi humana del trato cercano en las pequeñas granjas y cuadras, mediante elementos neutros de identificación en los crotales colgantes de orejas vacunas: "Nin Mora, nin Noble, nin Clavela, / asina agora Gilda VI-Citation-Beliant... /... Nengun rapaz llíndia mientres cancia: / el toque elléctricu sustituyó a la música. / Nin el toru, mansamente huracanáu, / cubrirá, gocioso, el to deseu.../... Yá nun vas al riu de los remansos / a bebete a ti mesma. Y nun güelves / a la corte mullida de felechu y rosada.../... Y cásique te miden hasta'l pelo / pa facete númberos: cuntabilidá".

En la literatura catalana seleccionábamos, en contraste con la realidad inapelable de su "vaca númberos", la sensibilidad por la "humanización" del entorno natural del poema de la "vaca cega" de Joan Maragall: "Topant de cap en una i altra soca, / avançant d'esma pel camí de l'aigua, / s'en ve la vaca tota sola. És cega.../... Topa de morro en l'esmolada pica / i recula afrontada . . . Però torna / i abaixa el cap a l'aigua, i beu calmosa. / Beu poc, sense gaire set. / Desprès aixeca al cel, enorme, l'embanyada testa/ amb un gran gest tràgic?"

Son dos reflejos de renacimiento cultural en diferentes momentos históricos, uno desde el lamento por el coste vital de la aceleración de los cambios sociales, el otro desde el sentimiento íntimo de aprecio y respeto por lo propio.

Teníamos interés por conocer los orígenes de las tradiciones folklóricas y su correspondencia con las maneras de manifestar los rasgos culturales propios. Esto nos llevaba a contrastar detalles de las danzas, música, expresiones de esa realidad, en el Pericote de Llanes, el Corri-corri de Cabrales, la sardana catalana y también la bella tradición de los castillos humanos, tan arraigada en el Penedés, Vilafranca, Valls y extendida por tantos pueblos catalanes.

Hablábamos de los orígenes del galaneo individual y reclamo colectivo femenino en el Pericote y Corri-corri, en contraste con la mesurada danza en círculo de la sardana y el admirable esfuerzo compartido en la formación de los "castells", a los que J.A.Clavé definió por sus características singulares: fuerza, equilibrio, valor y "seny".

En uno, el froleo inicial de la gaita anuncia la llegada de la representación atávica. En el otro las "gratlles" irrumpen con su tono agudo el anuncio de que la "pinya" de la base humana ya está formada y que el "castell" empieza a cargarse con la subida de los "terços" y los "quarts", en una representación de participación colectiva, para culminar con la mano alzada del joven "anxaneta" en el último y más alto nivel, en la que todos sus participantes juegan, individual y colectivamente, un papel fundamental e indispensable en su composición. Y así, con Pablo transcurrían largas conversaciones de contrastes y descubrimientos en los márgenes del Bedón, en "Allorales", en las proximidades del Picu Socampu, en un entorno de admirable riqueza natural, humana y cultural al que me gustaba identificar como "los bedonianos de Naves", por esa obra colectiva que fueron capaces de construir durante muchos años bajo la insignia "Bedoniana". Anuario de San Antolín y Naves".

"Temps era temps" cantaría Joan Manuel Serrat para referirse a un pasado entrañable, que cuando pienso en Pablo lo recuerdo con placer y cierta nostalgia, y que ahora me gusta recordar pensando, naturalmente, ahora sí, en la paradoja del desencuentro entre el querer reconocer y el querer ser reconocido, pero no serlo a menudo por desconocimiento, algo que Pablo y yo intentábamos suplir.

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