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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Comida de tiburones

La reapertura de la autopista del mar ya no es cuestión de una empresa de barquitos de papel

A Gijón se le adelantaría el Gordo de Navidad si esta semana se resolviera -o al menos se vieran muestras de que sale a flote- la reapertura de la autopista del mar, un proyecto anclado que no llegó a buen puerto por distintas causas achacables a tirios y a troyanos, y que mientras estuvo operativa ofreció cifras positivas (al parecer para todos los actores salvo para la empresa concesionaria, que prefirió mares menos procelosos).

Si las expectativas se cumplen, el viernes pueden sentarse las bases del reinicio de la línea suspendida. O al menos, saber a qué carta quedarse. Por un lado, aparece una naviera solvente, Balearia, no una empresa de chirigota de barquitos de papel y marineros en tierra; por otro, existe la posibilidad de acogerse de nuevo a subvenciones europeas, y para rizar el rizo del positivismo, el cambio de titulares en las administraciones nacional y autonómica augura una comunicación más fluida, superadora previsiblemente del diálogo de besugos a que anteriores mandamases y mandamasas nos tenían acostumbrados (que a nadie extrañe que alguna acabara guillotinada -políticamente hablando- como las monjas de Compiègne en "Diálogo de carmelitas").

Si hasta Lourido, presidente de El Musel, y Llorca, de Puertos del Estado, van últimamente del brazo y en actitud de que se besen, puede que a la tercera vaya la vencida. O puede que no haya dos sin tres. No conviene crearse falsas expectativas, pero si los que han de hacer el esfuerzo de entenderse se duermen en cubierta habría que echarlos por la borda, de comida a los tiburones.

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