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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El Popeye ruso y la Zalia

Un tal Kirill Tereshin, culturista ruso, exhibe en las redes sociales unos brazos a lo Popeye, con sesenta centímetros de diámetro en sus bíceps y tríceps. El tipo se ha inyectado litros de aceite para mostrar músculos de martillo pilón. Que se sepa, el consumo industrial de espinacas no alcanza para hornear semejante atrofia muscular. Este tipo, más que Popeye es Brutus. Un animal, vaya. Y de los de bellota: que hijo de Putin.

No me digan por qué, pero contemplar los brazos de tan descerebrado mozalbete me ha traído a la memoria la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias, la huesuda Zalia, un proyecto mastodóntico, sobredimensionado de inicio, que se hace preciso adaptar a una realidad más comedida, sin afanes de grandonismo.

En periodismo decimos que se hincha el perro cuando se agrandan artificialmente las informaciones. La Zalia era un perro enfermo de hinchazón, para desgracia de los expropiados, algunos de los cuales están ganando pleitos a las administraciones a cuenta de las exiguas cantidades cobradas. Y sus terrenos siguen baldíos, apenas colonizados por el plumero de la Pampa.

Los médicos advierten que inyectarse synthol en los músculos como ha hecho el Popeye ruso puede causar embolias pulmonares, daño a los nervios, infecciones, lipogranuloma, accidentes cerebrovasculares y quistes o úlceras de grasa en el músculo. Igualmente la Zalia corre el riesgo de quedar permanentemente ingresada en la uci de los proyectos con gangrena.

A la Zona Logística hay que ponerle una inyección de lógica, o quedará condenada irreversiblemente al fallo multiorgánico; a que le canten el gorigori.

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