La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El inmenso placer de trabajar con la Forqué

Como antes Nuria Espert o Sacristán, la actriz recibe en Asturias un reconocimiento a su carrera

La brisa de la vida me trajo a Asturias en justo un año a tres amigos / amigas con los que compartí el placer de. Y no sólo eso, que es un placer casual de la suerte sin desgracia, sino la ocasión de precisar, recordar, valorar lo que significa esa casualidad.

La primera fue Nuria Espert con su premio Princesa. Y ese glorioso mensaje lorquiano en su aceptación del premio que tanto nos emocionó. Con La Espert compartí "La brisa de la vida" una formidable función que batió taquillas por ella y una formidable compañía que yo tanto recordaré: Amparo Rivelles.

A los pocos días apareció en Gijón Pepe Sacristán, con el que tuve el placer de compartir dos de los grandes musicales de todos los tiempos. "El Hombre de la Mancha" y nada menos que "My Fair Lady", para mí el number one. A Pepe le daba el Festival de Cine ese premio tan deseado y tan merecido de a toda una vida. En los tres medios que conocemos. Y Pepe domina como pocos esas tres especialidades de los grandes actores que en estos tiempos desdoblan personalidad para hacer teatro, cine y televisión con una facilidad asombrosa. Cambia el chip sin que nos demos cuenta de su sabiduría para enfrentarse a esos retos. Y en su caso, el peligroso añadido del musical.

Ya sé que son cómicos. Pero nunca un actor estuvo sometido a esta pluralidad. Y el talento tiene que demostrarse no sólo a flor de piel, sino con la profundidad de no ser siempre el nombre y si el personaje.

Y la brisa ahora nos trae a Gijón a una tercera persona. La Forqué fue la última en entrar en mi vida y en mi carrera teatral. Y con una fuerza tremenda sin que tuviera comparación con los otros casos.

A Vero -como la llamamos los amigos- la contraté como directora antes de como actriz. Era una obra de Woody Allen que se llama "Adulterios" y yo quería que fuera la prota. Pero ella me convenció que María Barranco lo haría mejor si ella la dirigía. Y tuvo razón porque fue un gran éxito desde que la estrenamos en el Palacio Valdés.

Luego me tomé la revancha. Nos citamos una tarde en un bar para hablar de un posible éxito. Yo creía mucho en un monólogo que se llama Shirley Valentine y veía a Vero como su única actriz, imposible de mejorar toda esa dificultad de sacar a flote esa prueba de fuego que es hacer un "solo" y llenar los teatros.

Mi fe y la ayuda de unos vinos de Verdejo hicieron el resto. Ella cambio el chip de directora a actriz y tuvo el éxito de su vida. "Shirley Valentine" estuvo dos años en cartel y creo que Vero marcó un antes y un después en su espectacular carrera.

Porque estaba ya en sus genes. Yo conocí a Forqué padre y era un tipo encantador. El creyó antes que nadie en el talento de su niña y no tuvo que hacer muchos esfuerzos porque ella sola se ganó a pulso en esos tres medios una sensación de humor, ironía, emoción, sinceridad, profundidad que son las armas de una actriz culta y con una personalidad versátil como pocas.

La Forqué se ha ganado de sobra esa llamada de "la". Y desde que fue chica Almodóvar hasta "Ay, Carmela" pasando por Shirley Valentine no hizo más que darnos risas, sonrisas, emociones y sinceridades. ¿Se puede pedir más a una actriz?

Si. Que a sus espléndidos 60 años está en plena gloria y en plena madurez. Te quiero "my queen". Y tienes a muchas "shirleys" por delante.

La verdad es la misma pregunta que me hago a mi mismo. ¿Puedo pedir mas que estos grandes placeres con tres grandes, grandes, que nos hacen a todos seguir creyendo en este maravilloso oficio?

Compartir el artículo

stats