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Los vecinos y la violencia machista

Las víctimas sufren el maltrato en silencio, pero su drama se ve y se escucha

El año 2018 puede ser un año importante para dar un salto cualitativo en la lucha contra la violencia de género. Pero para ello se requieren varios factores de importancia. Y el primero es el crecimiento en la conciencia social de que esto es un problema de todos, no solo de las víctimas, y que solo cuando nos empecemos a creer esta máxima podremos pedirles que denuncien, porque estamos con ellas y a su lado, no frente a ellas, y en muchos casos contra ellas. Por otro lado, está trabajando ya en estos días una Comisión creada al efecto en el Parlamento para afrontar una profunda reforma en la lucha contra la violencia de género, donde ya han tenido reuniones de los sectores implicados en aportar propuestas de reforma con el Gobierno, los grupos parlamentarios y el Observatorio de Violencia doméstica y de género del CGPJ, para perfilar los preceptos de distintas leyes que deben introducirse como nuevos, y, en otros casos, mejorarse en su redacción para conseguir tapas esas lagunas que ahora frenan la adopción de medidas eficaces.

Pero, por otro lado, como es preciso seguir siendo imaginativos en esta batalla contra el maltrato, hay una conexión crucial en este tema que se refiere a la necesaria colaboración de las comunidades de propietarios en esta carrera por frenar los crímenes de género y cualquier tipo de maltrato que se produce en los hogares. Porque si en el maltrato hay un testigo de cargo clave ese esos son los vecinos de las comunidades, que son los que, en realidad, se dan cuenta de lo que le pasa a su vecina, de los gritos que se oyen en esa casa, y del sufrimiento que padecen muchas mujeres. Porque parece que en estos casos nada más que ellas son testigos de cargo de lo que está pasando. Pero nada más lejos de la realidad, porque sus vecinos no están sordos ni ciegos, y deben escuchar esos gritos que se reciben por las víctimas y el trato vejatorio y humillante que sufren. Y no solo el físico, sino, también, el psicológico, como ya he tenido ocasión de exponer de forma novelada en mi novela "Te querré siempre para mí" de la editorial ECU, en la que describo la historia de una mujer abogada víctima de violencia de género.

Porque las víctimas sufren en silencio. Pero el maltrato no es "silencioso". El maltrato se ve y se escucha. El maltrato se conoce y, sobre todo, lo deben conocer los vecinos. Y en cada comunidad quien maltrata no puede esconder lo que le hace a su pareja, porque el vecino de al lado, o los de su bloque, al menos deben presenciar gestos y escenas entrando la pareja por el portal de la escalera, o saliendo, o, simplemente, cuando se profieren los gritos desgarradores del maltratador en una discusión. Y esto se lo callan muchas veces los vecinos, porque llegan a pensar que se trata de un problema de esa pareja en el que consideran que no deben entrar, lo cual es un craso error. Porque, al menos, deberían apostar por intentar en algún momento ofrecer su ayuda a esa vecina que sufre en silencio, o, como en muchas ocasiones se hace, llamar a la policía cuando se es consciente de una agresión grave ante los gritos de la víctima. Sin embargo, luego vemos en los atestados policiales que los vecinos llamaron a los agentes, pero cuando estos comparecen muchos vecinos no quieren dar sus datos, quizás para que no les molesten en el procedimiento judicial, o por represalias posibles del vecino, con lo que han hecho el bien a medias, ya que es fundamental su presencia en el proceso judicial para que existan pruebas de lo que le está pasando a esta mujer.

En este escenario considero importantísimo el convenio que ya se ha firmado A Coruña y en Cantabria entre los respectivos colegios de administradores de fincas de ambas Comunidades Autónomas y los responsables de igualdad de estas, habida cuenta que es importantísima la implicación de las comunidades de propietarios y, más aún, utilizando el cauce o conducto de los colegios de administradores de fincas colegiados, que, una vez más, han dado un paso al frente con una iniciativa imaginativa y que puede y debe ser eficaz para, por un lado, que las víctimas no se sientan solas con su problema y tengan a su lado a un vecino, o a su administrador de fincas colegiado, que le van a ayudar en lo que haga falta, incluso en la presentación de la denuncia, y, además, aconsejándole en lo que puede y debe hacer esa mujer que es víctima de malos tratos.

La suma de las comunidades de propietarios y los colegios de administradores de fincas de todo el país con la coordinación del Consejo General de Colegios nacional es una pieza clave para dar un salto cualitativo en esta carrera que llevamos contra el maltrato para aportar ayuda a las víctimas por una razón básica: porque son los que están más cerca de ellas, incluso más que su propia familia. Sumaremos mucho con esta propuesta. Seguro.

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