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El FMI a la europea

Las palabras de la francesa Christine Lagarde y el plan de la Comisión Europea

"Repensar nuestras propias ideas es algo que tenemos que hacer todo el tiempo porque así lo requiere el contexto actual". Estas palabras de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), están grabadas en mi memoria desde que las pronunció, el 15 de abril de 2013, en su despacho de Washington DC, la capital de Estados Unidos.

Yo estaba allí para entrevistarla, conocer sus pronósticos sobre la economía y repasar el papel del FMI en la crisis de 2008, una de las más graves de la historia. La institución fundada en 1945 se encarga de promover el crecimiento económico, velar por la estabilidad financiera, vigilar los riesgos, negociar rescates e imponer condiciones a los gobiernos, entre otras funciones. Presta servicios a sus 189 países miembros.

Las declaraciones de la expolítica francesa han vuelto a mi cabeza a raíz del plan de la Comisión Europea de crear un FMI a la europea.

Bruselas, como Lagarde, repiensa sus ideas y pretende reconvertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo constituido durante la crisis para rescatar a los países en apuros, en una herramienta de estabilización para todos los estados de la Unión Europea, no sólo los rescatados, similar al FMI.

La propuesta será presentada en breve. De momento sólo ha trascendido un borrador, sin aspectos clave para analizar la iniciativa y su posible viabilidad, como su presupuesto, su fórmula de financiación o la forma jurídica de su materialización. ¿Bastaría con cambiar las bases legales del MEDE o habría que modificar los tratados de la UE? Ya se sabe que esto último es sinónimo de ratificación parlamentaria y de referéndum potencialmente explosivo.

Sí se puede adelantar que Alemania y Francia mantienen posturas algo distintas sobre la propuesta, tal y como ha sucedido en múltiples ocasiones en el seno de la Unión Europea desde su creación. Parece que Alemania defiende una reforma del MEDE algo más tímida y aspira a que se aproveche la creación del nuevo FMI para elevar la vigilancia de las políticas fiscales de los países de la UE. Angela Merkel se mantiene fiel a su obsesión por la disciplina presupuestaria y a su poca querencia por elevar la solidaridad entre el Norte y el Sur de Europa.

Francia, por el contrario, aboga por una reforma más ambiciosa del MEDE y quiere que el FMI europeo aporte el dinero que sea necesario para hacer de cortafuegos en caso de crisis bancarias. Emmanuel Macron, el presidente galo, no quiere ni oír hablar de pérdidas de soberanía hacia el centro de Europa.

Está por ver si la Comisión Europea, defensora de un euro fuerte ahora que Reino Unido ya prepara su salida, puede actuar como puente entre Francia y Alemania.

A falta de detalles, una europeísta convencida como yo bendice todo proyecto que fortalezca la Unión Monetaria y acerque el sueño de una mayor integración política. Lagarde seguro que está a favor de tener un gemelo en Europa.

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