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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Lágrimas televisivas

Cuando escaseaban las lágrimas en la programación televisiva, apenas flaqueaba una voz, el zoom avanzaba para buscar el ojo donde temblaba la gota que derrama el vaso emocional. Ahora las lágrimas abundan y hay quienes ven una cámara de televisión y rompen a llorar. Una cámara en directo da ganas de llorar como un grifo abierto da ganas de mear o un "selfie" hace sonreír. Nadie llora en un "selfie", muchos lloran en TV.

Hace unos días se le quebró la voz a un guardia civil en defensa de las lágrimas de los compañeros que descubrieron el cadáver del niño Gabriel. Dijo que los guardias civiles también eran seres humanos y que los que no lloraron en ese momento lloraron más tarde... El comandante sólo tuvo un desmayo de voz, pero lloró con todo el cuerpo de la Guardia Civil pese a que no todo el mundo reacciona igual ante iguales estímulos y con iguales sentimientos.

Se da por bueno que los hombres lloren porque se atribuye a las lágrimas la capacidad de desleír el sólido machismo interior, pero poco hay más machista que un mariachi y en sus canciones se pasan el día llorando y rehidratándose con tequila. En el muy viril fútbol masculino hace tiempo que los entrenadores, capitanes de atletas guerreros, se van de los clubes con lágrimas en los ojos, sin que la indemnización millonaria les consuele.

Para la tele, todo llanto es poco. El programa de TVE1 "Desaparecidos" -¡que tanto hace por la prisión permanente revisable de Mariano!- entrevistó en directo a los padres del niño asesinado horas después del funeral. Sus palabras debieron parecer poca cosa al programa porque las subrayaron con un lento tecleo de piano que favorecía el llanto salvo que repararas en esa miserable manipulación, que daba ganas de vomitar, Paco.

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