Nantes sigue estando igual de lejos de Gijón en millas náuticas que hace tres años, pero puede que la autopista del mar que unió este puerto francés con El Musel se vaya aproximando. La naviera Baleària parece dispuesta a reanudar la línea que funcionó plácidamente entre el año 2010 y el año 2014, a poco que se cumplan algunas condiciones que ya conocen bien las autoridades europeas y los gobiernos respectivos.
Poco a poco se van consolidando las llamadas "short sea shopping", que mueven más de cuatro millones de toneladas al año en el Mediterráneo, fachada en la que operan distintas navieras sin ayuda pública. No ocurre igual en la fachada atlántica, donde las navieras reclaman subvención comunitaria para abrir caminos en la mar, porque no es lo mismo la ida que la vuelta. No se olvide que la línea Gijón-Nantes dejó de existir por la descompensación que existía en los tráficos de regreso desde la dársena francesa.
El desplazamiento de mercancías en barco desde Gijón a Nantes, para poner los productos asturianos, de Castilla y León y de algunas zonas de Portugal en tiempo y forma en el centro de Europa se antoja una iniciativa plausible en la que han de colaborar decididamente las administraciones nacionales, regionales y locales implicadas. No hay que desdeñar, tampoco, la capacidad turística de una línea como ésta, que actúa también como un ferry que le pone a uno en Nantes con el coche tras unas cuantas horas de travesía. O que deja turistas en Gijón procedentes de Francia.
