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Dos en la carrera / Kilómetro 35

Alegría bien sufrida

El Sporting, líder, y el Oviedo, en play-off, refuerzan - sus esperanzas tras unas esforzadas victorias

Si la maratón es, por definición, dura, los últimos kilómetros se vuelven agónicos. A esas alturas de la carrera importa más que la elegancia del estilo, la capacidad de sufrimiento. En la jornada 35.ª los dos competidores asturianos supieron acogerse a esa exigencia para conseguir dos triunfos muy valiosos. El del Sporting en Valladolid le confirma como líder, y el del Oviedo sobre el Nàstic le devuelve siete jornadas después a los puestos de play-off.

el oviedo, en la pelea

Estaba claro que para el Oviedo no se habían agotado oportunidades en una competición donde la regularidad tiene su mayor obstáculo en la igualdad. Al cabo de tres partidos la derrota ante el Alcorcón, como antes otros disgustos, ha dejado de ser un desastre irremediable para convertirse en un accidente más. Frente al Nàstic el Oviedo confirmó que ha vuelto a la pelea. Lo hizo en un partido más disputado que vistoso, en el que lo importante fue hacerse con la victoria, que, ella sí, se había apropiado de la belleza.

Al principio, incómodo. El Oviedo tardó en acoplarse a las exigencias del partido, las que planteó un rival con mucho peso en el centro del campo, aunque con poca sutileza en ataque. Da la sensación de que a los azules, a pesar de que hayan encadenado con él dos victorias seguidas, les cuesta adaptarse al nuevo sistema, sobre todo para atacar por las bandas. El buen comienzo de Fabbrini, que incluyó una jugada espectacular de área a área, no tuvo luego continuidad. Pero un gol al final del primer tiempo, si no le allanó el camino, le dio al menos una confianza que se funda en la experiencia: si el Oviedo se adelanta en el marcador, es difícil darle la vuelta al resultado.

Soluciones Berjón. Una vez más la solución para el Oviedo la trajo Berjón. Lo habitual es que él sea un mediador, pero esta vez amplió su función a la de ser él mismo quien, además de iniciar la jugada, la finalizase. Había podido marcar en el minuto 8, al sacar la falta que cortó la gran jugada de Fabbrini. Entonces tiró duro y por bajo, quizá pensando en que la barrera saltaría. No lo hizo, pero se movió y el balón se coló por la rendija. Hubiera llegado a la red si Dimitrievski no hubiera respondido bajo los palos con tanta serenidad como acierto. El macedonio no tuvo respuesta, sin embargo, al toque, más que tiro, también raso y duro, con el que Berjón, en el minuto 38, culminó una jugada en la que Toché, desplazado hacia la izquierda, le hizo de punto de apoyo en vez de destino final. Berjón recuperaría su papel de gran pasador al final del partido, cuando dejó sendos balones de gol a Fabbrini y a Mossa. La respuesta de Dimitrievski al tiro del italiano sería la mejor parada del encuentro. El tiro de Mossa, que llevaba un minuto en el campo, con la derecha y flojo fue más fácil de neutralizar. Anquela está utilizando a los antiguos laterales titulares como recurso ofensivo en los minutos finales de los dos últimos partidos. Y con buen resultado, pues en Lugo Diegui Johannesson marcó el gol de la victoria y el domingo en el Tartiere Mossa tuvo la oportunidad de marcar.

Un equipo incógnita. El Oviedo convenció más por su persistencia que por su juego. Estuvo sólido en defensa, pero le costó imponerse en el medio campo, donde Mariga dejó demasiado terreno a Folch. Fabbrini, que va ganando fortaleza, apareció siempre de forma espectacular, porque su estilo de juego, apoyado en una estupenda cintura y un buen manejo del balón, es muy vistoso, pero tuvo ausencias largas. Tuvo más continuidad Aarón Ñíguez, aunque le faltó llegar más al área, donde Toché apenas apareció como rematador, aunque sí como apoyo. El Oviedo acabó dependiendo más que nunca de la inspiración de Berjón, que, tras ser su mejor baza a lo largo de toda la temporada, nadie duda que lo seguirá siendo ahora, cuando llega la fase más decisiva, en la que el Oviedo puede que sea una incógnita, pero ha recuperado las esperanzas.

Una tarjeta equivocada. La anécdota de un partido duro y con bastantes faltas la puso el árbitro cuando en el primer tiempo amonestó a Mariga por una falta en una jugada en la que no había intervenido. No fue un error intrascendente, pues la infracción la había cometido Carlos Hernández. Y como el central oviedista sería amonestado en el minuto 67, si hubiera visto la tarjeta con la que cargó Mariga en el minuto 22, el Oviedo se habría quedado con un jugador menos en el tramo final del partido. En una temporada en la que el Oviedo se ha quedado en inferioridad alguna vez por errores arbitrales, esta vez se vio beneficiado, lo que confirma que, a la larga, unos errores arbitrales acaban compensando a otros.

Muñiz perdió los nervios . Si alguien perdió los nervios fue Muñiz, el gijonés del Nàstic. Cuando Berjón, a costa de ser amonestado, cortó en falta una arrancada suya, se enfadó mucho y le quitó con malos modos el balón. Y pocos minutos después tuvo un rifirrafe con Christian y con el mismo árbitro, que acabó por amonestarle. Muñiz, que demostró una vez más su buen trato al balón y su maestría en los lanzamientos a balón parado -la mejor intervención de Alfonso, junto con un desvío con los pies a tiro de Maikel Mesa, fue como respuesta a un saque suyo desde la derecha-, se equivocó en los modales.

El sporting va en serio

El liderazgo del Sporting va en serio. Ocho victorias consecutivas lo están confirmando. Pero sobre todo, su actitud. El triunfo en Valladolid, ante un rival que, por sus aspiraciones, se puede considerar directo, fue la última ratificación y no por lo que tuviera de brillante, sino por lo que tuvo de sufrido. A la intensidad de los locales, estimulada por la presencia en el banquillo de un nuevo entrenador, supo oponer el Sporting disciplina y sacrificio, con la confianza reforzada en el campo por un gol madrugador y en el graderío por una Mareona de dimensiones espectaculares. Al final, todo le salió redondo al Sporting, incluido el ahorro de los 50.000 euros de la "cláusula del miedo", al no alinear a Guitián.

Mariño es mucho. En una entrevista sobre el mismo terreno de juego al final del partido le preguntaron a Borja Fernández por la impresionante decisiva parada que en el minuto 89 le había hecho Mariño a Mata, el supergoleador del Valladolid. El centrocampista pucelano demostró entonces que es un profesional comprometido con su oficio, pues, tras elogiar la actuación de Mariño en el Nuevo Zorrilla, se remitió a lo que ya había hecho en el partido de ida, en El Molinón. Y no sólo mencionó cinco paradas del portero del Sporting en aquel partido, sino que fue capaz de citar a quienes se las había hecho; dos, a él mismo. Son bastantes los futbolistas de Segunda División que esta temporada podrían, si tuvieran tan buena memoria, hacer balances semejantes. Si el Sporting, como parece que lleva camino, hace algo importante en esta Liga, su portero habrá tenido mucho que ver con ello. Como última instancia ante el gol rival lleva salvados directamente muchos puntos al Sporting. Lo hizo, sobre todo, en las etapas de penuria que atravesó el equipo. Ahora continúa siendo un puntal decisivo, aunque se note de forma menos estrepitosa, pues en el Nuevo Zorrilla, aparte de esa parada decisiva bajo los palos, tuvo mucho mérito su dominio del techo del área, con estupendas salidas.

Y lo de delante, también. Mariño sigue haciendo milagros, pero menos que antes, pues el Sporting actual defiende mucho mejor. Primero, porque se implican todos, desde los delanteros, que tratan de evitar que el contrario dé una salida cómoda al balón. También, porque los especialistas defensivos, titulares o sustitutos, están a gran altura. Ellos han contribuido de forma importante a que en los últimos nueve partidos al Sporting sólo le hayan marcado un gol. En esa línea de acierto sobresaliente estuvo el espléndido partido de Barba en el Nuevo Zorrilla, que incluyó evitar directamente, también él, un gol de Mata. Y con el italiano, Álex Pérez, siempre aplomado, y los laterales, Calavera y Canella. Algo tendrán que ver en que el Sporting sea ahora, con Osasuna y tras el Cádiz, el equipo menos goleado de Segunda.

Sergio, lo que vale. Puestos a evocar el partido de la primera vuelta, cabe recordar que en el calentamiento previo a aquel Sporting-Valladolid se lesionó Sergio y que la baja que se originó entonces coincidiría con un bache largo y profundo del equipo, algo que no sería novedad en el Sporting de los últimos años. Si habitualmente el liderazgo del avilesino viene siendo insustituible, lo parece más aún en partidos complicados. Por si fuera poco, Sergio ha encontrado esta temporada un complemento espléndido en Bergantiños. Los dos, con su sentido del juego y su intensidad, son una de las claves del éxito rojiblanco.

Jony o la diferencia. Con Jony el juego de ataque del Sporting es otro, y mucho mejor. ¿Quién puede dudarlo? No importó que el cangués estuviera supuestamente entre algodones. Con su entrada en el minuto 57 su juego de ataque cambió de forma sustancial. Tras el madrugador, y excelente, gol fabricado por Nano Mesa y Rubén García, el Sporting apenas había creado peligro. Con Jony en el campo fue otra cosa. A los cuatro minutos de que relevara a un Isma López tan voluntarioso como desorientado, largó uno de esos centros potentes y certeros que llevan impreso el gol a favor de quienes los alcance, y a Carmona le faltaron unos centímetros para firmar el acuse de recibo. Sí lo hizo después a un pase en profundidad de Jony, pero la salida de Masip le tapó el disparo. Más tarde habría una espectacular jugada en el minuto 78 que no encontró rematador y algo parecido ocurriría en el minuto 84. Lo mejor de Jony quedaría para el minuto 93, cuando se escapó tras haber roto la defensa rival y superó la salida de Masip con una vaselina. De haber encontrado la portería, hubiera sido la apoteosis. Aunque con la victoria la Mareona ya tenía bastante.

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