Las remuneraciones de los más altos ejecutivos de las empresas que cotizan en Frankfurt son, por astronómicos, indecentes.
Y las explicaciones que ha dado alguno de ellos para justificar esos sueldos y las también multimillonarias jubilaciones que les corresponden, no pueden ser más peregrinas.
Matthias Müller, a quien acaban de relevar al frente del grupo Volkswagen, justificó así los 10,27 millones de euros que se embolsó el año pasado: los "managers" como él están siempre con un pie en la cárcel.
Son palabras casi insultantes del responsable del grupo que manipuló sus motores diesel y que se negó a compensar a los conductores de los coches de esa marca en Europa como, obligado por los tribunales, tuvo que hacer con los de EEUU.
Ocurre además que el contrato que tenía Müller con el grupo está en principio en vigor hasta el año 2020, con lo que habrá que indemnizarle por el tiempo que queda hasta entonces.
Pero Müller, a quien el consejo de administración del grupo ha decidido echar por no estar de acuerdo con algunas de las decisiones tomadas últimamente, no es siquiera el directivo que más gana.
La lista la encabeza el estadounidense Bill McDermott, director general de la multinacional alemana de diseño de productos informáticos de gestión empresarial SAP, con 21,15 millones de euros al año.
Y por delante del ex CEO de Volkswagen están también Dieter Zetsche, jefe del grupo automovilístico Daimler, Kurt Beck, director general del gigante químico BASF, o Joe Kaeser, del grupo industrial Siemens.
Los ingresos que perciben todos ellos más que doblan los de otro alto ejecutivo ahora relevado, el jefe del Deutsche Bank, el británico John Cryan, quien el año pasado sólo pudo llevarse a casa -¡el pobre!- 6,08 millones.
