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De cabeza

El hombre rebelde

Los debates y las conversaciones en torno al Oviedo

"¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no". Así define Camus la rebeldía en su libro "El hombre rebelde". Vuelvo a casa en el bus urbano después del partido contra el Nástic. El autobús va a hasta los topes de hombres rebeldes. De hombres que dicen "no". El penúltimo en subir comenta en voz alta para que alguien entre al trapo, sin otro objeto que dar palique, sin más intención que entretener la espera hasta que el bus salga de las inmediaciones del estadio. Y yo, como soy de natural educado y obediente, me da no se qué dejar al hombre rebelde con la palabra en la boca. Renunciando a mis principios básicos, pues me gusta rumiar en silencio lo que vi durante noventa minutos, le doy conversación pero sin demostrar demasiado entusiasmo, no vaya a ser que me arrepienta de tanto exceso. El hombre rebelde es homogéneo e inalterable. Gane o pierda el equipo nunca está conforme. Los rivales siempre están mejor, siempre fichan mejor, siempre lo hacen todo mejor... Según lo escucho, pienso en esa costumbre tan nuestra de ocuparnos de lo ajeno y de pensar que lo bueno siempre está en otro lado. Yo, creo que ya lo dije en otra ocasión, debo de ser muy ingenuo pues regreso al hogar contento con los tres puntos. Contento de que Mariga...

-Esi Mariga, na, dice el hombre rebelde. ¿Si fuese tan bueno iba a estar aquí?

Así es la rebeldía: un constante inconformismo, un espíritu crítico que ya ni repara en analizar lo que critica. La rebeldía como identidad.

-No tenemos juego, continua el hombre rebelde, tocamos y tocamos pero no somos verticales. Rasgos de esta clase de rebeldía: el fatalismo y la ausencia de factores externos. El fatalismo: como si diera igual hacer que no hacer. Imagínense que el Oviedo mañana ficha a Messi. Ya estoy oyendo al hombre rebelde: -Qué más da que lo fichemos si no tenemos defensa.

Los factores externos: para el rebelde no existen. Los rivales no juegan. Las lesiones no cuentan. ¿La suerte? Apelar a la mala suerte es de blandos.

En la visión de la vida de nuestro eterno discrepante, el juego no es cosa de dos, es una cuestión unilateral: si nosotros estamos bien ganamos seguro.

Puedes hablar horas y horas con él, nunca te dará una satisfacción. En su fidelidad al "no" es capaz de negar evidencias y crear realidades paralelas:

-Diegui no ye un defensa ni un extremo. Sí hombre, el chaval lucha. Pero así dónde vamos.

La cantera tampoco entra en los planes del insurrecto. Conste que yo lo intenté en varias ocasiones pero no hubo manera. Para la cantera nunca hay tiempo. Por supuesto que ni se me ocurrió confesar mi sueño de ver un once azul copado por canteranos jugando en Primera. Para qué. ¿Para que se compadeciera de mí? El caso es que, a pesar de mis sueños diurnos y de que se me tache de iluso, prefiero mi estado natural a una rebeldía que, en realidad, es una lealtad a regañadientes. Yo lo tengo muy claro: si soy leal a un equipo, lo soy con buen humor. Mariga, Johannesson... En vuestras botas está la posibilidad de dar la razón a los rebeldes o a los soñadores.

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