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Alberto Menéndez

La FSA y la llingua

La dirección de la Federación Socialista Asturiana (FSA) está preocupada; tiene dudas de cómo se debe o se puede abordar el proceso de implantación del asturiano como lengua oficial. Prácticamente fue ésta de la llingua la primera decisión que tomó la nueva mayoría liderada por el sanchista Adrián Barbón. Fue en un congreso autonómico del partido celebrado a caballo entre septiembre y octubre de 2017. Así, sin mayores preámbulos, los socialistas asturianos dieron al traste con una complicada política de contrapesos empleada por los responsables regionales del PSOE desde que se comenzó a debatir el Estatuto de Autonomía a finales de la década de los setenta del pasado siglo para evitar que tan controvertido asunto les explotara en las manos en algún momento.

Adrián Barbón se distanció así, sin tener tiempo siquiera para asentarse en el cargo, de las ejecutivas de la FSA encabezadas por Jesús Sanjurjo, Luis Martínez Noval y Javier Fernández y de los presidentes socialistas del Principado Rafael Fernández, Pedro de Silva, Juan Luis Rodríguez-Vigil, Antonio Trevín, Vicente Álvarez Areces y el propio Javier Fernández. Debió ser como una visión que tuvo el nuevo secretario regional del PSOE. Y así, de la noche a la mañana, Barbón dio alas a un debate que, por agrio y complicado, siempre evitaron los socialistas asturianos.

Pero no es que la sociedad asturiana en su conjunto esté dividida sobre la cooficialidad del asturiano, es que lo está la propia militancia del PSOE y, por supuesto, los votantes tradicionales de este partido. Y, ahí, a la vuelta de la esquina, el próximo año, habrá elecciones autonómicas y municipales. La FSA no está para perder ni un solo voto. Por lo que se ve, algún tipo de estudio demoscópico deben tener los socialistas que les ha hecho frenar en la hasta ahora impulsiva carrera en pos de la oficialidad. Así, por ejemplo, no se entiende que en el momento en que los empresarios ponen en duda la rentabilidad del asturiano como lengua oficial la secretaria de organización de la FSA, Gimena Llamedo, se limite a decir que la posición de su partido sobre este asunto ya está clara. Y punto. ¿No tienen más que declarar?, ¿estarán ya arrepentidos los nuevos dirigentes de la FSA?, ¿se habrán percatado finalmente de la trascendencia de la decisión tomada y de su posible repercusión electoral?

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