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El Club de los Viernes

Cataluña 2018

Tras la elección como president de un nacionalista xenófobo

Los tiempos tumultuosos están bien para los libros de historia, pero suelen ser una maldición para las personas corrientes a las que les toca vivirlos. "Ojalá vivas tiempos interesantes", dice una popular maldición china. Las personas y las sociedades en las que estas desarrollan sus vidas no eligen el tiempo histórico que les toca vivir, pero pueden intentar estar a la altura de los desafíos que dicho tiempo les pueda plantear. Y a la sociedad española, a nosotros, desde el pasado lunes 14 de mayo de 2018, con la elección como presidente de Cataluña por parte del Parlamento catalán de Quim Torra, un nacionalista xenófobo de la peor calaña, nos va a tocar enfrentarnos a un tiempo histórico interesante. Tiempo caracterizado por un desafío cuyo resultado condicionará significativamente el futuro próximo de la nación que seremos. Un desafío real que la mayoría de los españoles no ha buscado, pero que finalmente ha llegado.

El intento de imponer la raza, el idioma y la ideología como bases de un futuro sistema político en gran parte de los territorios que hoy conforman España ya está aquí. Y ante este desafío estaremos solos. Porque pretender que los actuales partidos políticos estén a la altura de semejante desafío y que en última instancia la actual partitocracia resolverá el problema mediante una férrea defensa de los derechos civiles de los españoles residentes en Cataluña hoy, y en muchos otros territorios nacionales mañana, es interpretar la realidad no como es sino como nos gustaría que fuese. Un error que, de mantenernos en él, acabaremos pagando muy caro.

La historia nos coloca hoy ante el encumbramiento "democrático" en Cataluña de un nacionalista que ha dejado por escrito que los españoles no catalanistas son literalmente, entre otras lindezas: "Carroñeros, víboras, hienas? Bestias con forma humana que, sin embargo, beben odio? Viven, mueren y se multiplican? Pobres bestias, no pueden hacer más". Y ante semejante desafío, debemos responder. Responder como sociedad. Como una sociedad libre. Una sociedad que no puede tolerar que los derechos civiles de los españoles residentes en Cataluña sean pisoteados por un movimiento político de carácter racista e identitario. Porque la historia nos enseña que todas las sociedades que no supieron estar a la altura de los desafíos históricos acabaron pagando un precio mucho más alto del que hubiesen tenido que pagar de enfrentarse con coraje a los problemas. Un alto, y en muchas ocasiones inimaginable precio, que la historia se acaba cobrando por la inicial cobardía o miopía de dichas sociedades.

El 30 de enero de 1933 y ante la necesidad de formar gobierno, un personaje de apariencia caricaturesca y de discurso alucinado fue nombrado con la complacencia de gran parte del arco parlamentario del momento canciller del gobierno alemán. Él también tenía un discurso que catalogaba a una parte de la población alemana como "bestias y alimañas". Él también quería una nación basada en conceptos raciales, culturales, lingüísticos e ideológicos?

Por ello, porque estas cosas se sabe cómo empiezan y cómo acaban, es por lo que cada uno de nosotros, en función de sus posibilidades, y con independencia de sus inclinaciones políticas, deberíamos oponernos frontalmente a que movimientos con estas características hagan arraigo efectivo en nuestra nación. En estos momentos, si queremos, todavía estamos a tiempo de frenar rápida y eficazmente al nacionalismo. Ahora es el momento de dejar claro que vamos a luchar por las libertades civiles de todos los ciudadanos españoles en todo el territorio nacional. Porque, como dijo Winston S. Churchill (1874-1965), "Si uno no quiere luchar por el bien cuando puede ganar fácilmente sin derramamiento de sangre, si uno no quiere luchar cuando la victoria es casi segura y no supone demasiado esfuerzo, es posible que llegue el momento en el que se vea obligado a luchar cuando tiene todas las de perder y una posibilidad precaria de supervivencia. Incluso puede pasar algo peor: que uno tenga que luchar cuando no tiene ninguna esperanza de ganar, porque es preferible morir que vivir esclavizado".

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