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Alberto Menéndez

Apaciguamiento ficticio

Las discrepancias en la FSA no se disipan: la elección de aliados de Barbón eleva la tensión

La Federación Socialista Asturiana (FSA) continúa siendo un polvorín, sobre todo porque el sector mayoritario, el que ganó cómodamente el último congreso y que encabeza Adrián Barbón, no está facilitando para nada la integración. Más bien lo contrario, está haciendo todo lo posible para intentar aplastar al grupo minoritario, poco cohesionado y que si se distingue por algo es por su falta de sintonía con el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez. Al margen de las aparentes buenas palabras de los sanchistas asturianos, lo cierto es que a la hora de plasmarlas en hechos se queda en nada.

Barbón, Adriana Lastra (la asturiana mano derecha de Sánchez en Madrid) y el resto de los nuevos pesos pesados de la FSA tenían una gran oportunidad de restañar heridas, de mostrarse magnánimos, con ocasión del homenaje que se le tributará al presidente del Principado, Javier Fernández, en su pueblo natal, Mieres, dentro de un mes.

Pero no, Adrián Barbón se ha decantado una vez más por el enfrentamiento, por el mantenimiento de la tensión que considera le viene muy bien internamente al sector que representa; otra cosa es lo que pueda estimar la sociedad asturiana en su conjunto.

Javier Fernández, a pesar de haber dejado el camino expedito a los sanchistas en la Federación Socialista Asturiana y de renunciar a seguir en la política activa a partir del próximo año, continúa siendo una de las grandes obsesiones de Pedro Sánchez y de sus representantes en Asturias. Lo culpan de la totalidad de sus males en la región durante la época de ostracismo de Sánchez y, en ocasiones, hasta parece que de sus sufrimientos en España en su conjunto.

Puede hacer Barbón todas las declaraciones de buenas intenciones que quiera, pero si a la hora de la verdad, por ejemplo, elige como persona de máxima confianza para responsabilizarse de su candidatura a la Presidencia del Principado a José Luis Fernández Roces todo se queda en una mera representación de cara a la galería. En un embuste. Y el número uno de la FSA lo sabe de sobra.

Fernández Roces, secretario de organización del Sindicato de Obreros Mineros de Asturias (SOMA), mierense al igual que Javier Fernández, fue uno de los militantes y dirigentes socialistas que participaron en la conversación de Whatsapp en la que se arremetió contra el presidente del Principado en unos términos muy duros tras serle concedida la medalla de oro de la asociación "Mierenses en el Mundo".

Se le llegó incluso a despreciar y se propuso la realización de un boicot al acto por parte de la dirección local del Partido Socialista.

Barbón, que en ningún momento condenó la actuación de los participantes en la conversación (sí censuró, sin embargo, que trascendiera públicamente), va ahora y da galones a Fernández Roces. ¿Es esa su manera de entender la paz en la organización? ¿Tanto depende Barbón de un sindicato a la baja como es el SOMA?

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