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andres montes

Análisis

Andrés Montes

Podemos, lo único seguro

Los posibles apoyos a la moción de censura

En las posibles combinatorias para que prospere la moción de censura del PSOE contra el presidente Rajoy sólo hay un elemento fijo: Podemos. Su líder, Pablo Iglesias, garantiza un apoyo, esta vez incondicional, a la iniciativa de Pedro Sánchez. No pide entrar en el futuro Ejecutivo, aunque ayer dejaba abierta esa posibilidad al señalar que un Gobierno sostenido sólo con los 84 diputados socialistas sería algo inédito en la democracia y sugería como segunda opción uno que contara con el respaldo estable de 156 votos en el Congreso, los que suman el PSOE y Unidos Podemos con sus confluencias. El secretario de Estrategia de la formación morada, Íñigo Errejón, casi remedaba el programa de Pedro Sánchez al proponer un "gobierno corto, de regeneración y convocatoria de elecciones".

Más allá del respaldo de Podemos todo son incógnitas, por ahora. Ciudadanos rechaza de entrada suscribir la moción del PSOE aunque reclama unas elecciones anticipadas, inviables mientras no se dilucide en el Congreso la continuidad de Rajoy o su sustitución por el líder socialista. El compromiso de Sánchez de convocar comicios, aunque sin poner plazo, abriría la posibilidad de un mínimo margen de entendimiento con Albert Rivera. Pero Ciudadanos se muestra muy celoso en preservar la ventaja electoral que le otorgan las encuestas, algunas de las cuales colocan a los "naranjas" por encima del PSOE. Rivera recela de todo lo que pueda romper su buena tendencia demoscópica, máxime si es sumarse a una alianza con socialistas y Podemos, una de las posibilidades aritméticas, que pondría fácil el contraataque del PP para recuperar el mucho terreno perdido. Madrid es la prueba más reciente.

Desligado de la moción, Ciudadanos se arriesga a ser un convidado de piedra en el febril tiempo político abierto desde ayer con el nuevo intento de Sánchez de asaltar la Moncloa. Pero sin la concurrencia de los de Rivera el aspirante socialista está abocado a ponerse en manos del nacionalismo en el momento en que el independentismo se ha convertido en un problema prioritario de la agenda política.

Sánchez necesita los cinco votos del PNV, partido con el que le resultaría a priori fácil entenderse y que ayer mostró su disposición a sentarse a hablar. Socialistas y peneuvistas gobiernan juntos en el País Vasco, lo que acorta distancias. Los vascos acaban de dar su respaldo a los presupuestos del Gobierno de Rajoy a cambio de unas contrapartidas suculentas. Apoyar ahora a Sánchez en su camino hacia la Presidencia sería tanto como poner una vela a Dios y otra al diablo, por expresarlo con el estilo del marianismo más apegado al decir popular. Pero nada habría de extraño en que los vascos aprovecharan a ambas parejas de baile, todo dependerá de lo que Sánchez proponga sobre la cuestión nacionalista.

Más difícil lo tiene con el independentismo catalán. La moción de censura es la oportunidad del secesionismo de apuntalar un desafío frustrado pero todavía muy vivo, tanto en el frente judicial como en el político. El intento de atraerse esos votos, sin los que no prosperaría su moción, es la parte más arriesgada de la operación a la que se enfrenta Sánchez. Queda en evidencia en sus declaraciones anteprogramáticas de ayer, en las que hubo hasta seis alusiones a la defensa de la Constitución, la soberanía nacional y la integridad territorial. El mensaje pretende ser tranquilizador hacia su propio partido y fijaría los límites en los que se movería la negociación con el independentismo, excesivamente estrechos para lo que se ve a diario en el Parlament y se escucha en Berlín, epicentro que desplaza a Barcelona en las grandes decisiones secesionistas.

La moción del PSOE sirve para radiografiar las diferencias en el seno del propio independentismo. ERC muestra disposición a apoyar a Sánchez, a quien exige una retractación en algunas afirmaciones que atribuye a la presión de competir con Ciudadanos en radicalidad antisecesionista. PDeCAT también se abre a un posible apoyo a la espera de lo que ofrezca el aspirante. Los antiguos convergentes sugirieron ya semanas atrás al líder del PSOE la posibilidad de una moción de censura a la busca de nuevos interlocutores en el Gobierno central. Pero JxCat, la lista que controla Puigdemont y que en la práctica diaria se apoderó del PDeCAT, rechaza dar su apoyo al "cómplice del 155".

En un escenario todavía tan abierto resulta previsible que el debate de la moción, para el que no hay plazos fijos, se posponga el tiempo necesario para afinar las posibles alianzas.

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